Paul Theroux, escritor y viajero, autor de obras como “El safarí de la estrella negra” o la que vertebrará nuestro viaje, “El viejo Expreso de la Patagonia”, han marcado la perspectiva de muchos. En este último nos cuenta como dejó la ciudad en la que residía, Boston, para recorrer las tierras de América Latina. Pretendía llegar tan lejos como los raíles lo llevaran, y así llegó hasta la Patagonia… En esta ocasión no llegaremos tan lejos…
Los viajes en tren siempre nos transportan a un mundo poético, romántico, con claras pinceladas del matiz bohemio que acompaña este medio. La magia y leyenda más popular nos habla del Transiberiano, un objetivo que posiblemente todos los viajeros tengan, más aún si nos enamora el ambiente que envuelve estos trayectos. Pero esta es otra historia…
El recorrido que hace Theroux aúna tres décadas de una red que conectaba un continente en su práctica totalidad, pese a que en Panamá y Colombia nunca estuvieron conectados ferrocarril entre si, sí que contaban con infraestructuras de a nivel nacional. El tiempo hizo que el entramado de vías quebrara, los autobuses y los vehículos propios habían expulsado de forma casi drástica y definitiva a los viejos vagones.
El tiro de gracia para un sistema de transportes en caída libre no lo dieron otros más que las reformas neoliberales que se aplicaron en la segunda parte del siglo pasado, la consecuencia de esto fue que a finales de los noventa en ferrocarril solo se movían, al menos oficialmente, mercancías.
Sin embargo, hubo algunos supervivientes, casos de los trenes turísticos del Machu Picchu, operados hoy por PeruRail (quienes se encargaron de un mantenimiento digamos que más que necesario).
Ferrocarriles en América Latina
La historia de los ferrocarriles avanza paralela a la del propio continente, reflejándola al menos a partir del siglo XIX. Era el momento en el que para entrar en la élite del mundo moderno (y rico) era un medio indispensable. Las recientes independencias hacían llamadas a su desarrollo, a su construcción. No obstante, existía un inconveniente: no había dinero suficiente para la implantación nacional.
Los que sí crearon estas redes fueron extranjeros, dueños de minas y plantaciones, casi en exclusiva estadounidenses y británicos. Estos formaron una red que buscaba mejorar la eficiencia en el transporte de sus materiales por Latinoamérica, siempre motivados por el propio beneficio empresarial.
Entonces llegaron algunas medidas populistas, las cuales impulsaron el desarrollo ferroviario sin escatimar en costes. Pero pronto escasearon los fondos económicos, el sistema perdió eficiencia, falló y se quedó en una especie de limbo. Finalmente, entre pérdidas inasumibles y trayectos eternos, lo enviaron a los más profundo del olvido.
Las escasas líneas férreas que siguen activas son, como matizamos, las usadas para el transporte de carga (bueno, y lo que no es precisamente carga y/o legal…) y los caros trenes turísticos. Al menos es lo que nos parece llegar acerca del tema ferrocarriles en el continente…
El Chepe
En México, a día de hoy, sólo continúan operando los trenes llamados históricos, aquellos que sobrevivieron a una dura quema impuesta por unas circunstancias que no acompañaron su desarrollo. En este contexto el “Chepe”, oficialmente Expreso Chihuahua – Pacífico, consiguió mantenerse indemne, entre reclamaciones de aquellos que invocaban por la conexión de EEUU con México a través del Pacífico. Finalmente quedó la de Chihuahua con Topolobampo, en el estado de Sinaloa. Las vías cruzan la región de los rarámuri (o tarahumara), quienes se mueven en la zona de la Sierra Madre Occidental. Sin embargo, si el primer punto no supuso un problema para las autoridades (con su delicadeza habitual, simplemente los desplazaron sin preocuparse por más repercusiones…), el segundo, el que hace referencia a la geografía, no fue algo tan simple de salvar ni con el uso de la fuerza.
La construcción de la infraestructura supuso unas inversiones escandalosas, la muerte del principal promotor llevó al final del dinero texano contante y sonante. Fue en 1940 cuando el gobierno mexicano adquirió la compañía de ferrocarriles, completando así las obras.
Los trabajos se iniciaron en 1900, aunque los 673 kilómetros de la línea no se concluyeron hasta 1961. El recorrido es espectacular, con sus 37 puentes, 86 túneles y unos parajes únicos cuyo punto más alto lo encontramos a 2.400 metros sobre el nivel del mar. Este viene acompañado del cañón más grande del mundo, y no es el de Colorado, si no el llamado Barrancas del Cobre.
El tren recibió el nombre de Chihuahua – Pacífico, aunque pronto evolucionó en los labios de los lugareños hasta el actual Chepe, más corto y fácil de identificar. A día de hoy el ferrocarril, de nuevo en manos privadas, es usado sobre todo por viajeros y turistas, básicamente nacionales.
La duración del trayecto es de unas 16 horas, que es el tiempo en que tarda en recorrer esos 673 kilómetros, aunque hay infinidad de puntos en los que merece la pena hacer una parada y disfrutar del entorno.
La reserva la podemos hacer bien en su propia web, bien por teléfono. Eso sí, no es lo más barato. De hecho, una buena opción que también cuenta con grandes paisajes es hacer el camino en autobús. Por carretera, el trayecto para tomar la salida a Creel desde Puerto Vallarta llegando de Los Mochis tiene un coste de unos 600 pesos (unos 35 euros…).
Sea como fuere, la verdad es que el recorrido férreo del Chepe es una experiencia que merece la pena, y mucho. Ascender por sus montañas, escalar a través de sus viaductos, cruzar la cara más indómita del país,… En el camino encontramos aldeas en las que los niños indígenas rarámuri lanzan tristes miradas, podremos fotografiar el Barrancas del Cobre (para esto contamos con unos veinte minutos de parada), aunque si queremos más hay un teleférico y algunos hoteles, aunque un poco caros (de los hoteles baratos en principio nos olvidamos hasta llegar a Creel, al menos en nuestro caso).
Toda una experiencia
Y no solo por todo lo dicho, si no también porque en un país en el que el transporte en tren es casi inexistente, esto se convierte en toda un acontecimiento. Sentados junto a la ventana podemos ver como los niños corretean arriba y abajo, al tiempo, obervamos algunos adultos mientras pasean inquietos. Mientras tanto, el destino, Creel, o Estación de Creel, está un poco más cerca…
Creel
También llamada Estación de Creel, se ubica en el Estado de Chihuahua, levantándose sobre la Sierra Madre Occidental, a unos 175 km de Chihuahua ciudad.
El entorno natural merece la pena, y mucho, aunque debemos tener en cuenta que debido a “ciertas circunstancias” no suele ser buena idea adentrarse en algunas zonas fuera del pueblo si no es con un guía en un recorrido más o menos turístico. Es probable que no queramos acabar en medio de una plantación protegida por un cártel, algo que con un poco de mala suerte es posible…
Eso sí, los turistas que se mueven en los mini-bus no son problema para esos “otros” negocios, aunque insistimos, siempre y cuando no nos perdamos por ahí por nuestra cuenta sin saber donde vamos a acabar. De hecho se trata de un pueblo que se desarrolló como pueblo turístico, aunque las “peculiaridades” de la zona mermaron su evolución, habiendo quedado un poco olvidado a día de hoy.
Los Tarahumara
También conocidos como Rarámuris, son un pueblo indígena de lo que hoy es el estado de Chihuahua, en México. Se cree que el origen de este pueblo está en Asia, habiendo llegado a estas tierras a través del estrecho de Bering hace miles de años.
El primer contacto llegó allá por el 1606, momento en el que los jesuitas contactaron por primera vez con este pueblo. Con esto, comenzó el triste proceso de evangelización, con todas las consecuencias que esto llevó a este pueblo y su cultura.
A día de hoy se encuentran en una situación muy delicada, según fuentes se han producido numerosos suicidios como consecuencia de la pobreza derivada de su situación en la sociedad actual y la sequía, que hace que en ocasiones no puedan dar los cuidados necesarios a sus propios hijos… Esperemos que todo vaya a mejor para un pueblo olvidado por la “gran sociedad” que hoy ocupa el país…
Y vosotros, ¿conocéis esta u otra región peculiar de México? ¿Cómo fue vuestra experiencia? ¡Animaos a volar a México!
Me encanta su blog sin duda Chihuahua es una de las ciudades más hermosas de México, el recorrido en ferrocarril es maravilloso y sus cerros y montañas impoenentes sin duda un lugar que tiene que ser visitado, yo hace poco fui por negocios y no encontraba hotel por las prisas por lo que si buscas hoteles en Chihuahua yo te recomiendo el City Express Chihuahua sobre todo si vas de negocios o de vacaciones, cuentan con una buena conexión a internet y un desayuno bastante completo suficiente para empezar bien tu día incluido en el precio. La gente es muy amable y muy servicial. Puedes preguntar por sus servicios de transporte puede ser que te ahorres un buen dinero. La relación calidad precio me lleno de satisfacción.
por cierto nueva ruta bcn-dubai con emirates adiós málaga 🙁
Vaya… 🙁 Aunque aún tengo esperanzas que si no esta temporada pronto entren en Málaga… no es fácil pero tampoco descartable para un futuro próximo… a ver…
el tren el elemento para viajar que mas me gusta…….. adoro el programa el mundo sobre railes. fantástico articulo y las fotos te dejan con la boca abierta!! enhorabuena !!
Es que el encanto de los trenes… magia y poesía pura!
Por cierto, muchas gracias!!! ^^