En Málaga todavía se añoran los viejos tiempos, esos en los que la propia idea de Costa del Sol iba ligada al ocio, las vacaciones y al turismo de calidad. Estos conceptos quedan muy lejanos a los que hoy ofrece el demacrado entorno en el que se encuentra, resultado de unas políticas nefastas con el medio ambiente y contrarias a la visión de futuro. Sin embargo, la simple llegada de la familia Obama puede cambiar la percepción externa de la costa malacitana.
Desde hace años, la costa malagueña ha sufrido la explotación sin mesura de sus recursos, ha soportado el impacto de políticas desastrosas para el interés común, de la construcción desmedida, ha visto como las riquezas de un entorno natural único caían en manos de la especulación, la misma que a continuación los destruía en pos de un beneficio privado que poco a poco suponía la destrucción de las riquezas públicas de su propio contexto.
Esta decadencia comenzó en el mismo momento en el que se vio el potencial económico del turismo en esta región, por aquel entonces sumida en la pobreza, como la mayoría de un país ahogado por la dictadura. Era el momento de mejorar las infraestructuras, de abrirse al extranjero, y eso suponía la construcción de hoteles y segundas residencias. Y en ese mismo instante en el que se vislumbró el esplendor, se dictó una sentencia que acabaría con lo que en su momento hizo que Málaga y su provincia fueran uno de los destinos más atractivos a todos los niveles.
Llego la especulación, la cultura del “pelotazo” y la destrucción de un entorno por aquel entonces único. Desde entonces, excepto la primera década y poco más, ha sido luchar contra un descenso constante en el turismo pero sin romper con los conceptos y formas que habían llevado a la Costa del Sol a esa misma situación. Pero de pronto, llega la familia Obama.
Un nuevo giro: la familia Obama pasará sus vacaciones en la Costa del Sol
Como un espejismo de los viejos tiempos, vuelve la sensación de ser un destino diferente, de calidad. La familia del presidente de los EEUU ha decidido, a falta de una confirmación definitiva, pasar sus vacaciones en la Costa del Sol. La misma que hoy mismo lloraba su perdida de competitividad, víctima de sus propios errores.
Sin embargo, si se hace definitiva la estancia de los Obama, la familia más influyente del mundo, al menos en términos sociales, se habrá conseguido un lavado de imagen a nivel publicitario que ninguna diputación hubiera podido pagar jamás.
Ahora solo nos queda esperar algunas cosas, entre ellas la más importante, la confirmación definitiva de que pasarán sus vacaciones en el lujoso hotel Villa Padierna, en Benahavís. Por otro lado, ver hasta que punto esto va a suponer un impacto positivo en la región y en caso afirmativo, esperar que no se repitan errores del pasado, algo muy difícil pero necesario. Quizás este sea un punto de inflexión para la región, pero es probable que no sea más que un espejismo y tras el sueño la realidad de la costa malacitana se vuelva aún más tangible.