La Ruta Romántica susurra su evocador nombre al viento, marcando unos caminos que recorren el sur del país germano abriéndose paso entre castillos, palacios, increíbles parajes y una magia más que especial, todo ello aderezado por una cultura gastronómica que hará las delicias de los mejores paladares… ¡viajamos a Alemania! Lo primero, una pregunta al aire, ¿recordáis el castillo que ejerce de icono en Disney? Pues quizás aquí encontréis algún perfil que os resulte extremadamente familiar. Si pensamos en romanticismo llegan a nuestra mente ciudades como París, Roma e incluso Salzsburgo, Praga o Budapest, pero ¿algún rincón en Alemania? ¿De verdad? Pues sí, y a buen seguro que no es el único… siendo no solo romántico, sino más bien bucólico.
Un poco de historia
La ruta recorre unos 350 kilómetros al sur de Alemania, en la región de Baviera, una conexión trazada originalmente por el Imperio Romano ya que formaba parte de la Vía Claudia, hechos de los que encontraremos claras evidencias, sobre todo en el tramo que conecta Füssen con Augsburg. Posteriormente fue usada como vía comercial en los oscuros tiempos de la Edad Media, lo que le aporta incluso a día de hoy un matiz diferencial, un encanto bastante peculiar. Hablamos de una alternativa de viaje que cruza Baviera desde Würzburg, a orillas del río Meno, hasta Füssen, pequeña ciudad erigida bajo el abrigo de los Alpes que sobre ella se levantan imponentes. Estos son algunos de esos elementos que definen con sus trazos un entorno mágico donde el romanticismo toma el control, unos parajes plenos de dulzura dentro de la dureza tan característica del marco en el que se ubica. La Ruta Romántica empezó a destacar dentro de un mundo como es el turístico y el de los viajeros en torno al 1950, de la mano de la recuperación económica alemana y, sobre todo, con la llegada de infinidad de turistas estadounidenses que rápidamente quedaron prendados de sus encantos.
Puntos claves
A lo largo de la ruta encontraremos infinidad de puntos en los que no podremos evitar detener nuestro paso antes de continuar con nuestro caminar hasta ese castillo que haría las delicias de los sueños más infantiles, o hacia aquel palacio de cuento y ensueño que tanto evoca, que tanto transmite. Entornos con una capacidad especial para abrir nuestros sentidos, para erizar nuestra piel, para hacernos volar hacia otros tiempos… He aquí algunas de esas claves que nunca olvidaremos, pero hay algo que debemos tener presente, son muchas más…
Würzburg
Ciudad imperial, región vinícola. Combinación elemental de actores reconocidos como Patrimonio de la Humanidad en algunos casos, mientras que en el otro será nuestro paladar el encargado de juzgar sus encantos. El río Meno divide una ciudad en la que quizás podríamos destacar por encima de otros los puntos que siguen:
- Residenz: edificio palaciego en el que tanto sus interiores (caso de unas escaleras imperiales únicas) como sus exteriores merecen parte de nuestro tiempo.
- Catedral: de la que podríamos destacar su órgano imponente y majestuoso.
- Alte Mainbrucke: la mejor elección para cruzar al otro lado del río en el que el encanto es un elemento diferencial.
- Otros puntos claves: entre otros muchos elementos, tampoco nos podemos olvidar de la Vieja Universidad, la iglesia de Stift Haug, la Fortaleza de Marienberg…
Bamberg
La ciudad con una de las cervezas más importantes, mencionada esta en libros históricos desde 1903, de entre la que destaca sobre todo su versión ahumada. Entre los puntos que nos llevarán a lugares casi de ficción encontramos algunos como:
- Altes Hofhaltung: el Ayuntamiento, situado en pleno puente de Obere Brucke, la palabra singular se puede llegar a quedar en nada…
- Catedral y Abadía de St. Michael: la cual nos invita a disfrutar de algunas de las mejores vistas de la ciudad, un punto desde el que observar cúpulas y canales.
- Barrio de Pescadores: conocido con el sobrenombre de la Pequeña Venecia, lo que deja poco más queda por decir.
Rothenburg ob der Tauber
Ciudad medieval en la que parece no haber pasado el tiempo, sus robustas murallas han aguantado el paso de los siglos como ningún otro lugar en Alemania. Perderse por sus calles es como hacerlo entre pasajes de un cuento, uno en el que cada calle, cada rincón, es un capítulo de una historia fascinante, escondiendo éstas infinidad de temas de amor. Destacan, cómo no, su casco histórico, los restos de un castillo derruido y sus jardines, la Plaza del Mercado…
- Dinkelsbürg: como si parte de un sueño se tratara, sus torres y torreones, portones, murallas, fosos nos harán pensar en los límites entre la realidad y la ficción. Cada paso que damos en la Ruta Romántica nos harán sentir más lejos de la realidad y más cerca de un país hermano de Nunca jamás. Entre todos los secretos que esconde, podríamos destacar la catedral de St. Georg dominando el centro antiguo desde sus torreones. Todo camina en el tiempo endulzado por los Schneeballen, dulces con apariencia de bolas de nieve rebozados en chocolate… Sin palabras…
Nördlingen
Una ciudad medieval con una característica única en el país germano: podemos recorrer sus murallas originales de principio a fin, un hecho casi imposible en una Alemania con la historia que acarrea a sus espaldas… El hecho de que su intramuros estén repletos de casas del siglo XIV hace que el contexto sea aún más mágico, más encantador. Cabe destacar que desde la torre de San Jorge, con sus 90 metros de altura, nos brinda unas vistas únicas del entorno.
Augsburg
Uno de esos puntos en los que lo antes descrito sobre la historia de la Ruta Romántica cobra todo el sentido, uno que se define entre los restos del legado romano y las tradiciones provenientes de los ricos comerciantes de la Edad Media… Se trata de una de las ciudades más antiguas de Alemania, destaca por sus construcciones barrocas, llamativos bulevares y, como nota destacada y curiosidad, por el barrio de Fuggerei, el más antiguo en lo que a casas “sociales” se refiere, aquí sus habitantes pagan un alquiler casi simbólico de un euro al año.
Füssen
El punto y final de un viaje que invoca a la parte más romántica de cada uno, el lugar en el que el pastel concluye tras días contando secretos. Pero no lo hace de cualquier forma, un viaje así debía tener un punto (y seguido, que no final) acorde a la magia y las sensaciones de su ruta. Por un lado, los castillos del llamado Rey Loco (Luís II de Baviera) como el Hohenschwangau moldean un entorno sublime. Entre espectaculares paisajes que se ven alterados de la mejor forma posible por estas imponentes y mágicas construcciones, una última mirada antes de adentrarnos si el tiempo lo permite en la Selva Negra… ¿Última mirada? No, no exactamente… aún nos queda el punto más icónico de la Ruta Romántica…
El Castillo de Neuschwanstein
Este es “El Castillo”, también del Rey Loco… e imagen de Disney. Sus muros levantados en torno al 1886 son la esencia de la magia más infantil, de los cuentos más clásicos y de las historias más románticas… Lo complejo de llegar a sus puertas se ve compensado por su encanto y un entorno que lo hace único, entre la niebla que lo envuelve en su manto y la nieve invernal que lo abriga, tendremos para siempre un tesoro en forma de imagen grabada a fuego en nuestra retina. Todo sin olvidar los colores de la primavera…
Y vosotros, ¿conocéis esta ruta? ¿Qué destacaríais? ¿Qué sensaciones os transmitió?
Acabo de llegar de este fascinante e inolvidable viaje por la “Romantische Straßen” la Ruta Romantica…es viajar al pasado…sentirse estancado en el tiempo. Impresionante como los alemanes mantienen intancto su arqutectura. Eso sumado con la belleza de su paisaje, el orden y la limpieza.