Te descubrimos 7 lugares asociados a algunas de las parejas reales o imaginarias más famosas de la historia.
¿A quién no le gustan las historias de amor? Nuestra cultura está repleta de romances apasionados y extremos, que no pocas veces acabaron trágicamente. Algunos de estos enamoramientos han cristalizado en parejas legendarias y reales cuyas historias todos conocemos. Incluso en muchas ocasiones han servido de inspiración para películas, novelas y óperas. ¡Acompáñanos en nuestro itinerario a través de los lugares que ambientaron algunas de las historias de amor más famosas de la historia!
Tristán e Isolda (Cornualles)
Probablemente la gran pareja de amantes de Occidente. Y es que de esta leyenda de origen celta, elaborada a partir de diferentes fuentes francesas y alemanas en el siglo XII, derivan los grandes tópicos del amor trágico en nuestra cultura. La historia de Tristán e Isolda es bella y triste al mismo tiempo. Febrilmente enamorados el uno del otro por haber bebido una poción de amor (pensando que tomaban un filtro de muerte) son incapaces de renunciar a esta relación prohibida. Pues el rey Marke, monarca de Cornualles, era el esposo de Isolda, quien había sido raptada por el propio Tristán para entregarla a su soberano. ¡Cosas del amor! Es, como te decimos, una leyenda de amplia repercusión en la literatura, el cine e incluso en la música. ¡Porque cómo olvidar la ópera Tristán e Isolda de Wagner, quizás uno de los cantos al amor trágico más sobrecogedores jamás escritos!
Gran parte de la historia de Tristán e Isolda transcurre en Cornualles, región ubicada en el suroeste de Inglaterra. Todavía hoy este paraje inglés está rodeado de leyenda, como demuestran las ruinas del Castillo de Tintagel, ubicado en el pueblo homónimo en la costa norte de Cornualles. Allí, como reza la leyenda, fue donde nació Tristán.
Salvador Dalí y Gala (Púbol)
Mencionábamos a Wagner a propósito de Tristan e Isolda, una ópera que a buen seguro era conocida por el muy wagneriano Salvador Dalí. Y también muy, muy romántico. Aunque se especula con una temprana y juvenil relación con García Lorca, el pintor surrealista es sobre todo conocido por su pareja Gala, mujer por la que sentía auténtica veneración. Probablemente uno de los mejores lugares para acercarse a esta excepcional pareja sea el Castillo Gala Dalí, que el artista adquirió como regalo a su enamorada. “Te regalo un castillo gótico, Gala”, fueron sus palabras. Ubicado en Púbol, a poco más de una hora y media en coche desde Barcelona, es una construcción que a día de hoy puedes visitar tal y como la dejó Dalí. Podrás, de hecho, comprobar su afición wagneriana a la que hacíamos referencia al principio pues la fuente del castillo se encuentra repleta de bustos multicolor del músico alemán. Un buen plan que puedes hacer realidad con un un alquiler de coches en Barcelona que, por si fuera poco, presenta precios muy baratos desde 10 €.
Romeo y Julieta (Verona)
¡Cómo podían faltar en una lista como esta la célebre pareja shakesperiana! Aunque es cierto que su final es algo trágico, constituye una de las historias de amor más conmovedoras jamás escritas. Todo un relato sobre un amor condenado al fracaso por culpa de viejas querellas familiares y nobiliarias. Además, se ambienta en una muy interesante ciudad italiana. Verona apenas sobrepasa los 250.000 habitantes, aunque es una ciudad muy coqueta con un patrimonio histórico más que interesante. Si la visitas no puedes dejar de visitar el famoso balcón de Romeo y Julieta. Se piensa que el edificio donde se ubica corresponde a la Casa de Julieta. ¿No será esto un truco de marketing turístico? Pues depende. Como solía pasar con otras obras de Shakespeare, el argumento estaba sacado de varias fuentes literarias, históricas y legendarias, así que no se puede descartar que una pareja de desventurados amantes veroneses sufrieran un destino similar a los de su correlato literario.
Marco Antonio y Cleopatra (Alejandría)
Marco Antonio y Cleopatra son una de las parejas reales cuya historia es más abigarrada y, a ratos, surrealista. En ella se mezclan a partes iguales sed de poder, ambición, seducción, intrigas políticas y, pese a todo, amor del bueno. Por lo que cuentan las fuentes de la época, Marco Antonio estaba coladito por la faraona, la cual ya había enamorado al tío de él, un tal Julio César. Tanto fue el amor del sobrino por la sexy e intrigante Cleopatra que el futuro primer emperador romano Augusto desencadenó una guerra contra él. Derrotado en la batalla naval de Accio, fue informado falsamente de que Cleopatra había muerto. Incapaz de soportar tanto dolor, se suicidó. Al saberlo Cleopatra hizo lo que se suele hacer en estos casos de amor apasionado: quitarse de enmedio. Y lo hizo de una manera original: permitiendo que la picara una cobra. Sin embargo, las malas lenguas dicen que la monarca, de naturaleza astuta y maquinadora, vio claro que, a diferencia de lo sucedido con Julio César y Marco Antonio, no podría sacar ningún rédito político seduciendo a Augusto. El motivo: como dicen algunos, a Augusto no le gustó nada su nariz.
Gran parte de esta enrevesada historia tuvo lugar en Alejandría, en aquel entonces una de las ciudades más importantes de Egipto. Su condición de ciudad portuaria y cosmopolita, durante muchos años centro cultural del mundo antiguo, hace cierto eso que dice el refrán de “quien tuvo, retuvo”: hoy es, tras El Cairo, la segunda ciudad más importante de Egipto.
Alejandro Magno y Hefestión (Hamadán)
Aunque todavía existen dudas sobre el tipo de vínculo que mantuvieron Alejandro y Hefestión (¿una relación homosexual o una simple amistad?) es muy posible que el emperador macedonio se condujera en el amor de la misma manera que con los imperios: conquistando todo lo que se le pusiera por delante. Se cuenta que ambos ya eran muy amigos en la infancia y que estrecharon su relación tras las campañas militares que llevaron a los ejércitos alejandrinos hasta las puertas de la India. Es a raíz del extremo dolor experimentado por Alejandro a causa de la muerte de Hefestión que muchos han pensado que allí había algo más que una estrechísima amistad. Además, lo mejor de esta historia es que la muerte de Hefestión fue de todo menos dramática: cuentan que, aún no recuperado de una enfermedad, se metió entre pecho y espalda un pollo asado y una jarra de vino. Atracón tras el cual murió. Este trágico desenlace tuvo lugar en la ciudad iraní de Hamadán, una de las urbes más antiguas del mundo.
Shah Jahan y Mumtaz Mahal (Agra)
La mayoría de las parejas más famosas y apasionadas no dejan de sí mucho más que su propia muerte y un puñado de leyendas. No es el caso, desde luego, de la pareja que ahora nos ocupa. Pues aquel amor nos ha legado uno de los monumentos más impresionantes y más visitados del mundo: el Taj Mahal. Shah Janan era el emperador mogol de la India y Mumtaz Mahal su cuarta esposa. Una prueba de que a la cuarta va la vencida dado que Shah Janan cayó rendido ante Mumtaz Mahal, a la que amó con veneración. Tanta que durante 19 años de matrimonio llegaron a tener hasta 14 hijos. Fue justamente en el decimocuarto parto que Mumtaz Mahal murió. Shah Janan, completamente arrasado por el dolor, mandó construir este monumento funerario a su esposa. Toda una manera de inmortalizar su amor, dado que siglos después todavía seguimos hablando de su desdichada historia.
Juana la Loca y Felipe el Hermoso (Burgos)
Una historia ciertamente triste por el rastro de muerte y locura que dejó esta peculiar relación amorosa. Aunque hay quien dice que no fue un amor especialmente correspondido por Felipe el Hermoso, lo cierto es que esa relación se topó con un obstáculo bastante habitual: el suegro. Y es que Fernando el Católico no era muy partidario de ceder a aquel joven borgoñón la Corona de Castilla, por lo que hubo un duro toma y daca. Finalmente, Felipe se salió con la suya aunque no tuvo mucho tiempo para paladear ese triunfo. Murió a los 28 años en Burgos a causa de una enfermedad (aunque no pocos afirman que fue envenenado por su suegro). Sea como fuere, lo trágico de esta historia es la vida que le correspondió a partir de entonces vivir a Juana. Cuentan que la muerte de su amado le afectó tanto que a menudo abría su ataúd para acariciarlo y que en la comitiva fúnebre que debía enterrar el cuerpo en Granada dio muestras de desequilibrio mental. La ciudad castellana de Burgos fue testigo de esta trágica historia de amor. De hecho, en uno de sus más destacables monumentos, la Casa del Cordón fue donde Felipe el Hermoso exhaló su último aliento.