Suena contradictorio pero es una realidad: Hay travel bloggers con miedo a volar. Gente a la que le apasiona descubrir el mundo, pero el proceso de volar en avión dificulta disfrutar estos momentos del viaje. Hemos hablado con Miguel, de El Viaje de Sofi, y nos ha contado sus experiencias en la cabina a El Magazine del Viajero.
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¿Podrías presentar en pocas palabras a qué te dedicas?
Pues a bastantes cosas la verdad (risas). Soy escritor, esa es mi vocación y la que quiero que sea mi profesión. Soy responsable de desarrollo digital en un medio de comunicación, GO! Colaboro con la web literaria Zenda. Y, por supuesto, soy travel blogger en El Viaje de Sofi. Desde hace un año, formamos parte de la asociación Castilla y León TB.
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De donde surge la idea del blog El Viaje de Sofi
Mónica Ferreiro creó el blog. Ella empezó con una guía de viajes de Burgos y le dio cobertura digital con un blog alojado primero en Gente Digital y luego en Elle. Desde hace un par de años empezamos a gestionarlo de forma independiente, centrados en una temática femenina: planes para chicas, recomendaciones foodies, etc.
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Los días previos al viaje, ¿qué sientes cuando piensas en ello?
Los días previos empiezas a visualizarlo y comienza el cosquilleo en el estómago. Aunque con los preparativos y la emoción del viaje se te olvida enseguida.
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¿Qué es lo primero que piensas cuando te despiertas el mismo día del viaje?
Me pongo en “modo histeria”. Físicamente lo más destacable es que mi cara está más blanca que la camiseta de Cristiano Ronaldo, mi cuello está más rígido que el de Fernando Alonso en el Gran Premio de Malasia y sudo como si estuviese en Écija en pleno agosto. Empiezo con el discurso inconexo y ya no paro hasta que llego al destino y beso el suelo de la pista de aterrizaje a lo Juan Pablo II. Lo mejor es ignorarme durante esas horas.
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Ese mismo día enciendes la radio o la televisión y oyes que la predicción del tiempo dice que va a haber tormenta, ¿qué piensas?
No hago nada de eso. Ni siquiera se me ocurre mirar el tiempo los días anteriores. Aunque tampoco hay mucha diferencia, el miedo está ahí siempre, da igual que haga sol o truene.
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¿Durante el despegue y el aterrizaje tienes las mismas sensaciones que durante el resto del vuelo?
Sí. Hay gente que dice que lo peor es el despegue; yo lo paso igual de mal durante todo el trayecto. Desde que estoy en la sala de embarque hasta que recojo las maletas de la cinta.
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¿Cómo pasas el tiempo durante el vuelo?
Intento leer, hablar…; atenuar todo lo que puedo esas horribles sensaciones. Pensé que desde que nació nuestra hija sería diferente, pero nada ha cambiado. Mónica tiene que cuidar de mí y tranquilizar a Julieta.
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El mejor y el peor vuelo que has vivido y alguna diferencia entre ellos.
Pues en todos lo he pasado igual de mal. Del único que tengo un buen recuerdo es del de nuestra luna de miel. Viajábamos a Budapest. La boda acabó a las nueve de la mañana… Dormimos solo unas pocas horas y llegamos tan cansados al aeropuerto que por primera y única vez en mi vida: ¡me dormí en un avión! El despegue y el aterrizaje fueron terribles como siempre, pero durante el vuelo experimenté una sensación de placidez que no he vuelto a sentir. Muchas veces he pensado en utilizar pastillas para dormir. Cuando estoy montado en el avión me acuerdo de M.A., de la serie El Equipo A. Le pinchaban, se quedaba frito y se despertaba en su destino; ¡qué envidia!
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¿Te ha coincidido alguna vez un viaje “movidito”? ¿Cómo lo has llevado?
Sí. Unos cuantos. Pero el peor fue viniendo de Palma. En la excursión de fin de curso. La chica que estaba a mi lado, justo antes de despegar, abrió la puerta de emergencia. El capitán amenazó con echarnos a todos de su avión. Fue un lío impresionante. Según la explicación de la muchacha la abrió porque ponía “tire, pull”. Yo quería asesinarla. Además, tuvimos turbulencias. Me pasé todo el viaje convencido de que la puerta se abriría en cualquier momento…
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¿Algún consejo como viajero con miedo a volar que quieras compartir con la gente que tenga miedo y nos esté leyendo?
Yo no doy consejos; yo los necesito.