En este artículo te descubrimos qué ver y hacer en Riga, la capital de Letonia; un país no siempre bien conocido que sin embargo atesora multitud de encantos.
Aunque de primeras Letonia pueda suscitar en nosotros la imagen de un país frío y poco más, lo cierto es que se trata de una nación que alberga un patrimonio todavía por descubrir. País a caballo entre una herencia germánica y rusa de convivencia no siempre fácil, su historia, arte y cultura refleja esa tensión todavía hoy. Ciudad de iglesias luteranas y ortodoxas, hunde sus raíces en los tiempos de la Orden Teutónica y muestra un presente en el que todavía hoy humean los rescoldos de la URSS. Una combinación fascinante, casi única, que a buen seguro puede ser una gran opción a considerar en tu próximo viaje.
Plaza del Ayuntamiento
La Plaza del Ayuntamiento es uno de los lugares donde mejor se aprecia la influencia alemana en la historia de Letonia. El estilo de los edificios nos recuerda el perfil de muchas ciudades hanseáticas como Bremen, ciudad alemana con la que Riga guarda mucha relación. De hecho, el fundador de la ciudad fue Albert von Buxhoevden, un clérigo oriundo de Bremen. Si ya has estado en la ciudad alemana, tal vez no puedas evitar la sensación de déjà vu en Riga: la escultura de Rolando que preside la Plaza del Ayuntamiento es muy similar a su homóloga en la localidad germana.
Una vuelta por el casco histórico
Otra huella de la influencia alemana, y más en concreto de Bremen, es esta escultura de los famosos animales inspirada en la de la ciudad germana. Tal vez no sea la escultura que esperamos si lo que buscamos es la misma candidez de la teleserie de los dibujos animados, pero es que el cuento en el que se basa tampoco es almibarado ni pródigo en ingenuidad.
Pasear por Riga es todo un placer dado la gran cantidad de monumentos que podemos ver. No son el tipo de arquitectura mastodóntica que suele encontrarse en una capital de Estado, pero albergan un gran encanto histórico y artístico: las calles del casco viejo son todo un retorno a la Edad Media. En este sentido, no puedes dejar de visitar la conocida como Torre del Polvorín o el Castillo de Riga.
Tampoco es nada desdeñable la herencia modernista de la ciudad. De hecho su casco histórico está salpicado de hermosos monumentos de este estilo preciosista.
La casa de los gatos
Se trata de un edificio que refleja la particular historia de Letonia de una manera amable y en forma de «chascarrillo» intrascendente. Cuenta la leyenda que los gatos fueron creados por Friedrichi Scheffel en 1903. Con la instalación de esas esculturas en su casa, el mercader pretendía protestar por haber sido rechazada su petición de ingreso en el Gran Gremio a causa de su origen letón y no alemán. La venganza fue este gato arqueado, cuya cola levantada muestra unas posaderas al aire… que apuntan al edificio en el que estaba situado el Gran Gremio.
Catedral de la Natividad de Cristo
Monumento que, como todo en Letonia, ha sufrido los vaivenes del tira y afloja entre Alemania y Rusia. Construida en 1876 y 1883, en pleno dominio del Imperio Ruso, fue en su momento uno de los templos ortodoxos más grandes del mundo. Durante la I Guerra Mundial, ya en plena ocupación alemana, fue reconvertida en iglesia luterana. Durante el periodo de entreguerras, tiempo en el que Letonia fue independiente, la Catedral volvió a ser un templo ortodoxo. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial y la consolidación del dominio soviético, fue convertida en planetario. Hoy en día ha recuperado, de nuevo, su consagración a la fe ortodoxa.
Iglesia de la Trinidad
Aunque la Catedral es el templo ortodoxo más grande, Riga presenta otros muchos más pequeños. Algunos de ellos, como la Iglesia de la Trinidad, recuerdan mucho el modelo ruso de la Catedral de San Basilio, con esas torres rematadas por cúpulas en forma de bulbo. Visitarlos es siempre una experiencia recomendable dado el colorido y fantasía de su diseño.
Academia de las Ciencias
Otra huella del dominio ruso, pero esta vez no zarista sino soviético. Construido según el patrón del Hotel Ucrania de Moscú, se erige hoy como un recordatorio del pasado más reciente de la capital letona. Como todos los monumentos del realismo socialista está rodeado de controversia. De hecho, desde su construcción en los años 50 recibió por parte de la población el divertido sobrenombre de «pastel de cumpleaños de Stalin». Sea cual sea tu opinión sobre la belleza (o fealdad) de este estilo, has de saber que el balcón de la planta 17 permanece abierto al público, por lo que puede ser una gran ocasión para disfrutar de unas hermosas vistas de la ciudad.
Las vistas de Riga
Y no sólo desde la Academia de las Ciencias: existen muchos puntos desde los que sorprenderte con el skyline de la ciudad. A pesar de ser una ciudad sencilla y sin grandes aspavientos escenográficos, Riga ofrece maravillosas vistas. Te recomendamos especialmente que te pierdas por los puntos altos de la ciudad, en donde podrás de disfrutar de sus panorámicas. Si el tiempo acompaña, es una de las experiencias más gratas que ofrece la ciudad letona.
Parque Bastejkalns
Y después de este tour intenso, qué mejor que ir a relajarse al Parque Bastejkalns. Un lugar de esparcimiento levantado en el siglo XIX en donde poder tumbarse en la hierba o navegar a lo largo de sus cursos de agua. Cerca de sus inmediaciones podrás encontrar el Monumento a la Libertad, mediante el cual Letonia celebra su independencia, y la Ópera Nacional de Letonia.