Músicas que son toda una sinfonía urbana.
Hay música asociada a un sentimiento, a un paisaje, pero sólo muy pocas pueden evocar con precisión la vida fluida y cambiante de una ciudad. Del mismo modo, sólo un puñado de ciudades puede preciarse de haber servido de inspiración para algunas de las obras musicales más importantes de la historia. En este artículo te proponemos un recorrido por las ciudades cuyas calles han alumbrado algunas de las más bonitas músicas escritas hasta el momento. Suena bien, ¿verdad?
Fuentes de Roma (Respighi)
Una obra cautivadora que hace de auténtica guía turística por las más impresionantes fuentes de Roma. Además, cada fuente se asocia a un momento del día, como reflejan los títulos de las diferentes partes que la componen: la Fuente de Valle Giulia al alba, la Fuente del Tritón por la mañana, la Fontana di Trevi al mediodía y la Fuente de Villa Médici al atardecer. La orquestación representa a la perfección este tránsito por las diferentes partes del día, siendo especialmente espectacular la que representa el mediodía, momento en el que el sol cenital hace relucir los mármoles mojados de la escultura de Poseidón en la Fontana de Trevi. La obra concluye con un atardecer en el que las ya de por sí fluidas sonoridades de Respighi parecen desvanecerse con la luz.
Sinfonía nº38 “Praga” (Mozart)
La relación que tuvo Mozart con Praga siempre fue especial; allí el genial compositor se sintió muy a menudo más querido y apreciado que en la capital de su patria, Viena. De hecho, en la ciudad del Moldava se estrenó con tremendo éxito su inmortal ópera Don Giovanni. Lo mismo ocurrió con esta sinfonía, motivo por el cual ha pasado a la posteridad incorporando el nombre de la ciudad checa en su subtítulo. Por lo demás, se la considera como una de las obras sinfónicas mayores de Mozart. En ella el compositor, sin renunciar al melodismo y encanto característico de su música, ensaya un estilo que anuncia a Beethoven. Y es que de no haber sido (¡ay!) por su temprana muerte, Mozart podría haber terminado siendo un precursor del Romanticismo más empedernido. Esta sinfonía es, en algunos pasajes, una buena muestra de ello.
Recuerdo de Florencia (Tchaikovsky)
Con el subtítulo de este sexteto de cuerdas quiso Tchaikovsky rendir homenaje a una ciudad en la que vivió gratos momentos, especialmente amorosos. Las referencias a la ciudad son múltiples en la obra y se reflejan especialmente en el movimiento lento, en el que Tchaikovsky trata de imitar una serenata italiana mediante el pizzicato (el pellizcar las cuerdas) para evocar los ritmos de una guitarra. Por lo demás en ella encontrarás momentazos que son auténticas marcas de la casa del compositor ruso: pasajes frenéticos, melodías memorables y una expresividad a veces avasalladora. Si quieres aproximarte a ella te aconsejamos que lo hagas con los arreglos para orquesta de cuerda, una sonoridad más envolvente que las a veces ásperas texturas de un sexteto de cuerda.
Un americano en París (Gershwin)
Gershwin es, en muchos aspectos, el compositor nacional de Estados Unidos. Y lo es por su innovador uso del jazz y el blues en la música clásica. Una apuesta que significa ritmos vivaces y melodías memorables. Un americano en París es sin duda una de sus obras mayores. Recibió la inspiración para componerla durante su estancia en París para estudiar con los mejores (entre ellos Ravel, sí, el del Bolero). De la capital francesa se trajo el gusto por la orquestación brillante y los elementos vanguardistas que en aquel momento eran muy trendy en el continente. En Un americano en París reconocerás melodías celebérrimas que en más de una ocasión han sido utilizadas en el cine (por ejemplo, en el musical homónimo de Gene Kelly).
Cuentos de los bosques de Viena (Johann Strauss hijo)
Un vals que es todo un homenaje a esa Austria campestre y campesina de la que, precisamente, procede este tipo de danza, hoy considerada como el novamás de la distinción y lo aristocrático. Johann Strauss hijo no escatima en esta obra referencias al campo, como la imitación del trino de los pájaros y la evocación de danzas tradicionales austriacas. Además, incluye en la orquesta la cítara, un instrumento de una tradición podría decirse casi milenaria y que representa como ninguno la idea que el compositor quería ensalzar: la pervivencia y actualidad de lo más tradicional y arraigado.
Las ruinas de Atenas (Beethoven)
No nos vamos a engañar, es una obra muy menor dentro del catálogo beethoveniano. Algo muy normal si tenemos en cuenta que fue una obra de encargo, unos proyectos que Beethoven (¡que era mucho Beethoven!), salvo en muy contadas ocasiones, solía despachar (y cobrar) en un pispás. Sin embargo cuenta con una pieza que probablemente sea una de sus melodías más conocidas. De hecho, muchos la reconoceremos por haber sido la sintonía de la mítica El Chavo del 8. Una marcha turca que además cuenta con una orquestación vivaz, que en la época del genial compositor, se asociaba a la música otomana: una nutrida percusión integrada por címbalos y triángulo. ¿Y que tiene que ver la música turca en todo esto? Pues que cuando Beethoven la compuso, ¡Grecia todavía pertenecía al Imperio Otomano!
Verano porteño (Piazzolla)
Astor Piazzolla es probablemente uno de los compositores más populares no sólo de América Latina sino de todo el continente. Su música se ha usado a menudo en películas y muy variopintas (pensamos en la inclasificable 12 monos). De hecho, si te gusta esa película en la música que te traemos podrás identificarla. Son apenas 6 minutos, pero muy intensos: ritmos tangueros, lirismo sobrecogedor, pasajes veloces y alguna que otra disonancia. Una gran variedad de emociones expresadas de manera tan vehemente que no se nos ocurre una forma mejor de representar el espíritu bonaerense. De hecho es una pieza tan popular en Argentina que puede escucharse en toda clase de arreglos: para violín y piano, para bandoneón, para guitarra clásica y eléctrica… Es, además, una invitada habitual en los locales más tangueros de Argentina, por lo que podrás escucharla en vivo si reservas unos vuelos baratos a Buenos Aires para cuando todo esto haya pasado.