En pocos lugares está uno más a gusto que en su propia cama. La costumbre puede agudizar todavía más esa agradable sensación de sentirnos en nuestro colchón, arropado por nuestras sábanas limpias y olorosas. Por eso, no es tan raro que, cuando nos vemos obligados por las circunstancias a dormir en una cama que no es la nuestra, suframos algunas dificultades. Incluso que no podamos pegar ojo. Y si hay una experiencia en la que no podemos librarnos de dormir en otro lugar que no sea nuestra habitación, esa es la de viajar. Si te gusta hacer turismo pero no tanto el tener problemas de sueño por culpa de dormir fuera, mucha atención a este artículo. Y, para más información sobre cómo dormir bien en un viaje, aquí te dejamos nuestro artículo sobre cómo dormir en un viaje en tren y cómo dormir bien en un viaje largo de autobús.
Primero: entender el “efecto primera noche”
Según los estudios científicos realizados, la dificultad para dormir en una cama que no es la nuestra se manifiesta de manera más fuerte la primera noche. Esto es debido, al parecer, a que el cerebro, frente a la novedad de dormir fuera, se mantiene vigilante en busca de potenciales peligros. El mantener esta vigilancia requiere de nuestro cerebro cierta activación, por lo que la “desconexión” nunca llega a ser total. Normalmente, la segunda noche es mucho menos difícil, aunque hay personas que pueden experimentar una dificultad similar para conciliar el sueño. Ahora que ya sabemos la causa de este fenómeno, podemos pasar a los consejos que, como puedes imaginar, pasa por dos elementos: relajación y “engañar” a nuestro cerebro proporcionándole estímulos similares a los que son cotidianos en nuestra habitación de casa.
Si sueles dormir solo, mejor no dormir acompañado
Si de lo que se trata es de recrear una situación en el hotel que pueda asemejarse a la que vivimos en casa, uno de los elementos más importantes es el de dormir solo o no. Si solemos dormir solos en casa, podría ser más difícil conciliar el sueño durmiendo en un hotel con nuestro compañero de viaje. Si el cerebro ya está de por sí vigilante por el “cambio de escenario”, el tener a alguien más con nosotros en la habitación puede activar aún más el estado de vigilancia. Si realmente te cuesta conciliar el sueño durante un viaje, entonces es razonable plantearse si, a pesar del precio, puede salir más a cuenta hacerlo solos como en nuestra casa.
Lleva contigo un poco de “atrezzo”
Puede servir de ayuda el intentar recrear lo más que podamos nuestra habitación cotidiana para aplacar a nuestro cerebro. No es mala idea, en ese sentido, el llevar contigo, si es posible, algunos elementos habituales en nuestra habitación. Por ejemplo, algún cojín o, por qué no, nuestras sábanas o la funda de almohada. El cerebro es, en buena parte, olfativo, así que los olores cotidianos siempre refuerzan esa sensación de “estar en casa” que tu mente está buscando. Y por qué no, llevarte también el libro que sueles leer en casa. E incluso algún elemento, una figurita o el marco de una foto que suelas tener en tu mesilla.
Dormir en el mismo lado de la cama que en casa
Si en tu casa tienes una cama grande, muy probablemente tiendas a dormir escorado hacia un lado. Si ese es el caso, intenta colocarte en el mismo lado en la cama de hotel. De este modo, estarás suministrando a tu mente otro elemento cotidiano que puede reducir la sensación de novedad que tanto la pone en alerta.
Trata de cansarte antes de ir a dormir
Despedir el día antes de irnos a la cama con una sesión de móvil no es bueno ni en casa ni en ningún sitio. Las pantallas excitan el cerebro, por lo que pueden dificultar el sueño. Por tanto, evita este plan e intenta caer en la cama literalmente rendido. Para conseguirlo, es muy recomendable que, después de un día extenuante, te fuerces un poquito más dando un paseo por las cercanías del hotel, por ejemplo. Y si hay un algún sitio abierto por tomar algo, sentarte a beber una infusión relajante. Si no encuentras un lugar así, puedes intentar tomártela en el hotel antes de ir a dormir. Reduce eso sí, tu exposición al móvil. Recuerda que los expertos aconsejan dejarlo al menos una hora o dos horas antes de irnos a dormir. Consúltalo lo mínimo indispensable.
Elimina al máximo estímulos externos
Los estímulos de fuera, como la luz que entra por la ventana o los ruidos pueden alertar a nuestro cerebro, ya de por sí atento a lo que está pasando a nuestro alrededor. Otra buena manera de evitar esa vigilancia es, directamente, privarnos de estímulos externos. Así, un antifaz o unos tapones para los oídos nos aislarán debidamente del entorno.