Te mostramos los lugares subterráneos más fascinantes del planeta.
Hoy te proponemos un turismo diferente. Muchos viajeros son unos apasionados del turismo de alturas, aquel que persigue los ochomiles del mundo; no son tantos, sin embargo, los que quieren adentrarse en las entrañas de la tierra. Varios son los lugares a lo largo del mundo excavados en la tierra -en muchas ocasiones auténticas ciudades debajo de las ciudades-. Sin embargo, adentrarse en esos parajes es siempre una experiencia intensa, dado el halo de misterio que rodean estos lugares. ¡Te descubrimos los más sobrecogedores!
Minas de sal de Wieliczka (Polonia)
Uno de los lugares más visitados de Polonia. Y no es para menos si tenemos en cuenta que estas minas de sal son una auténtica ciudad subterránea. Llamada también “Catedral subterránea de la sal” cuenta con hasta 300 kilómetros de galerías, producto de una intensa explotación que no ha cesado desde su descubrimiento en el siglo XIII. Sin duda la principal atracción es la Capilla de St. Kinga, una auténtica iglesia subterránea ricamente decorada y con una longitud de 54 metros. Es un lugar que se ubica sólo a 15 km de Cracovia, por lo que puedes llegar a ella en transporte público. La entrada, cuyo precio ronda los 20 €, no es precisamente barata, pero vale mucho la pena.
Ciudad subterránea de Pekín (China)
La ciudad subterránea de Pekín es un lugar digno de la película post-nuclear más distópica que puede imaginarse. Su construcción responde a un hecho histórico muy concreto: la tensión entre Rusia y China que marcó la política de ambos países en los años 60. Tanto fue el riesgo real de conflagración nuclear entre ambos países que el presidente Mao ordenó la construcción de redes subterráneas que funcionasen como refugios nucleares interconectados. Nada más y nada menos que 85 kilómetros cuadrados de refugios y pasadizos.
Estas excavaciones debían albergar a buena parte de los ciudadanos de Pekín, que en aquel entonces rondaban los 6 millones. Finalmente el proyecto se detuvo, aunque hasta 2012, año en el que se prohibió habitar estos lugares subterráneos, aún vivían bajo tierra 1 millón de personas. Los pekineses de la superficie incluso se referían a ellos con el poco amistoso nombre de “tribu de ratas”. Hoy el número de personas que viven en estas auténticas catacumbas es muy pequeño y buena parte de las instalaciones pueden visitarse como atracción turística.
Cuevas de Dambulla (Sri Lanka)
En el budismo es relativamente habitual la ubicación de templos en entornos naturales poco accesibles, como por ejemplo, detrás de cascadas o, como en el caso que nos ocupa, en el interior cuevas. El también conocido como Templo de Oro de Dambulla es un complejo de 5 cuevas que alberga hasta 153 estatuas de Buda, así como otras representaciones escultóricas de reyes y dioses. También pueden contemplarse allí ricos murales que ocupan una extensión de hasta 2.100 metros cuadrados. Es, en suma, todo un despliegue de encantos artísticos que han valido a este particular templo la denominación como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Ciudad subterránea de Derinkuyu (Turquía)
En los años 60 del siglo pasado, un hombre decidió derribar una de las paredes de su casa-cueva y se encontró con una extraña excavación. Había descubierto la ciudad de Derinkuyu, una de las más profundas del mundo y cuyo origen puede remontarse a la cultura hitita en el 1.400 a.C. Con el pasar de los siglos y la intensa actividad bélica desarrollada en Capadocia, esta red fue progresivamente ampliada por las culturas que siguieron a los hititas. Y es que se estima que Derinkuyu puede albergar hasta 50.000 personas en su interior. Además, está conectada con otra importante ciudad subterránea, Kaymakli. Toda una colmena subterránea cuya visita es, literalmente, sobrecogedora.
El Edimburgo subterráneo (Escocia)
Los lugares subterráneos siempre están rodeados por el misterio, pero si se ubican en una ciudad como Edimburgo, ya de por sí muy dada a lo legendario y fantasmal, la combinación puede llegar a ser de lo más inquietante. Es exactamente lo que ocurre con el denominado Mary King’s Close, un complejo de callejuelas del siglo XVII sobre las que fue cimentado el edificio del Ayuntamiento. Desde entonces estas callejas tapiadas han sido el escenario de múltiples leyendas que incluyen desde fantasmas a asesinatos pasando por víctimas de la peste. Puedes adentrarte en este perturbador Edimburgo subterráneo a través de alguno de los múltiples tours guiados. Duran aproximadamente 1 hora y su precio ronda los 20 €.
Catacumbas de Domitila (Italia)
No podía faltar en la lista un ejemplo de catacumbas paleocristianas. Posiblemente sean las de Domitila, en Roma, unas de las más hermosas y completas. Y lo es en parte por sus abundantes murales, en donde se representan escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Estas pinturas resultan fascinantes dado que la iconografía cristiana, en aquel entonces todavía no desarrollada del todo, tomaba algunos motivos de dioses paganos en un ejercicio de sincretismo más que sugerente También pueden encontrarse galerías con nichos y una basílica dedicada a Nereo y Aquiles, dos soldados asesinados por su fe cristiana en plena época de persecución por parte del emperador Diocleciano.
Cisterna Basílica en Estambul (Turquía)
Esa cisterna, denominada más poéticamente como “Palacio sumergido”, es un espacio de 140×70 metros construido en el siglo V en pleno apogeo del Imperio Bizantino. Su función, como es obvio, era la de almacenar agua aunque hoy, ya desprovista de su función original, puede visitarse con total normalidad. Se trata de un lugar misterioso y seductor, en parte por su arquitectura que, pese a su innegable funcionalidad, posee gran belleza. Sin duda un buen plan que posiblemente pase desapercibido en una primera visita a la ciudad, dados los innumerables tesoros que atesora en la superficie. Sin embargo, siempre estás a tiempo: existe una gran oferta de vuelos baratos a Estambul desde 140 €.
Destacan los basamentos de algunas columnas, los cuales representan la cabeza de Medusa, el ser mitológico con cabellera de serpientes que convertía en piedra a todo aquel que la mirara a los ojos. No se sabe todavía a ciencia cierta qué significado pueda tener, aunque lo más probable es que su razón sea, también aquí, práctica. En aquella época era habitual reutilizar materiales de todo tipo para la construcción de monumentos, por lo que la presencia de estas inquietantes cabezas escultóricas pueda deberse a ese mismo hábito. Con todo, contemplarlas resulta al mismo tiempo hermoso y misterioso.