El Magazine del Viajero
Los puentes son, además de prácticos, auténticas maravillas del arte.
En principio, los puentes son construcciones con una clara orientación práctica: cruzar un río o un curso de agua. Sin embargo, muchos de ellos son, también, fruto de los mejores conocimientos adquiridos por el ser humano. De hecho, no pocos de los puentes más largos del mundo sólo son posibles gracias a prodigiosos conocimientos de arquitectura e ingeniería. Por no hablar de los que apuestan por la belleza y la prestancia. ¿Y es que podríamos imaginar París sin el Pont Neuf o Praga sin el Puente de Carlos? ¡En este artículo te mostramos los más bonitos del mundo! Y si quieres saber más sobre estas construcciones, te dejamos nuestros artículos sobre los puentes más bonitos de España y los puentes más bonitos del mundo.
Golden Gate, el más cinematográfico
Inaugurado en los años 30 del siglo XX en San Francisco (EE.UU.), el Golden Gate se ha convertido en uno de los puentes más fotografiados y visitados del mundo. Y, sobre todo, de los más filmados. ¿Y es que alguien puede olvidar a Madeleine paseando por el muelle de San Francisco con el Golden Gate de fondo en la película Vértigo de Hitchcock? A ello contribuye, sin duda, su estructura robusta de metal y su característico color rojo. En definitiva, un puente que se ha convertido en icono por derecho propio, y no sólo de San Francisco sino de todo Estados Unidos.
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El Pont Neuf, el más romántico
De acuerdo, es demasiado tópico traer a colación el romanticismo cuando hablamos de París. Pero, en esta ocasión, el tópico es muy pero que muy cierto. Y no lo decimos sólo por la famosa película de Los amantes del Pont Neuf. Y es que, desde él se condensa la esencia de París: su arquitectura clásica de la época Haussmann, las mansardas que rematan los edificios, el fabuloso Pont des Arts y, sobre todo, el impasible río Sena. ¡Incluso podrás ver la Torre Eiffel! Su valor icónico es tan fuerte que son muchos los que se acercan para ver caer el sol sobre París. De entre ellos hay muchos enamorados, aunque la ventaja de haber sido el primer puente de piedra de París es que, ¡ninguna pareja colocará un candado en él!
El puente de Carlos, el más señorial
Praga es, sin duda, una ciudad de vistas y panorámicas. Algunas de las mejores las podrás ver desde este magnífico puente que cruza el caudaloso río Moldava. Asomado al río podrás contemplar a lo lejos la Catedral erigiéndose en lo alto de Malá Strana, el encantador barrio a la otra orilla de la Praga más céntrica y turística. Por lo demás, el puente es impresionante: más de 500 metros de construcción flanqueada por hasta 30 esculturas barrocas. De entre ellas destaca la de San Juan Nepomuceno, patrón de la ciudad. La leyenda cuenta que quien toque la placa volverá a Praga; tal vez por ello, la placa luzca tan desgastada: ¡nadie se conforma con visitar la capital checa sólo una vez!
Rialto, el más esbelto
Oh, Venecia, ¡la Serenísima! La ciudad del Adriático no puede sino contar con algún puente en la lista de los más bonitos del mundo. Podría, incluso, colarse con dos o muchos más. Es muy conocido el Puente de los Suspiros, aunque por su elegancia y valor artístico, en esta ocasión te traemos el puente Rialto. Y es que, con sus arcadas y balaustradas coronadas con un gran arco con frontón en el centro, Rialto puede preciarse de ser uno de los puentes más artísticos del mundo. Algo que no debe extrañarnos, dado que fue diseñado con su aspecto actual en el siglo XVI, en la apoteosis del Renacimiento. Y, teniendo en cuenta que en él te asomarás al Gran Canal, ¿se le puede poner alguna pega?
El Ponte Vecchio, el más tradicional
¿Por qué decimos el más tradicional cuando hay tantos y tantos puentes romanos diseminados por aquí y por allá? Pues por una razón muy sencilla: el Ponte Vecchio de Florencia es el puente que mejor representa a día de hoy el puente medieval. Y es que, antiguamente, los puentes estaban habitados. ¡Cómo lo oyes! De hecho los grandes puentes exentos no aparecen hasta mucho más tarde. Es lo genial del Ponte Vecchio: contemplarlo es como viajar al Renacimiento. Además, cuenta con una característica única: el conocido como “corredor vasariano”. Consiste en un paso privado mandado construir por Cósimo I de Médici para cruzar el puente sin mezclarse con el gentío y los comerciantes que, en aquel entonces, inundaban el puente.
El puente colgante de Vizcaya, el más innovador
España cuenta con un espacio propio en la lista gracias a una de las construcciones en hierro más innovadoras de la Revolución Industrial: el puente colgante de Vizacaya (en ocasiones conocido también como el Puente de Portugalete). Su importancia es tal que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su artífice fue el ingeniero francés Ferdinand Arnodin, quien aplicó en su obra los últimos avances de la arquitectura del hierro que tan bien definía la modernidad en aquel año 1893 en el que fue terminado. Hoy es, sin duda, uno de los iconos no sólo del País Vasco sino de la arquitectura moderna de España.
El Tower Bridge, el más emblemático
El famoso puente levadizo es, además de práctico por razones obvias, muy artístico. Está construido en un estilo neogótico que se ha convertido, en parte también por lo emblemático del Parlamento, en el estilo que mejor representa a la capital británica. Inaugurado en 1894 es, a día de hoy, uno de los símbolos inconfundibles de Londres. Tanto que mucha gente lo confunde con el London Bridge, un puente mucho menos espectacular. Por cierto, el puente alberga una exposición permanente sobre su historia e influencia en la imagen de Londres que puedes visitar previo pago de 10 libras.
El Puente de las Cadenas, el más imperial
Un puente que no tiene nada que envidiar a los prodigiosos puentes de Londres, en los que se inspira. De hecho, fue diseñado por Clark, tomando como inspiración el puente de Hammersmith. Hoy es, sin duda, protagonista de una de las estampas más famosas de Budapest. Conecta Pest con Buda, y si lo cruzas, te llevará directo a los pies de la colina que corona el imponente Castillo de Buda. Como detalle curioso, a ambos lados dos gigantescos leones hacen de guardianes. Tus mejores instantáneas de Budapest las tomarás desde allí; y, cuando estés cansado de tanta foto, puedes bajar a la orilla, donde te aguardarán bares con terrazas justo a los pies del puente. En resumen: una experiencia que no puedes perderte si visitas la Perla del Danubio.
