Te acercamos la cultura de la trufa de una encantadora localidad italiana: Alba.
Una vez al año, de septiembre a diciembre, durante la temporada de la trufa, la ciudad piamontesa de Alba se transforma en un hervidero de los amantes de la mejor gastronomía. Esta emoción culmina con la mayor subasta de trufas blancas del mundo, la conocida en todo el mundo como Fiera dil Tartufo.
¡La locura se desata en Alba! La ciudad está en pie de guerra. Los carabinieri rodean esta bonita ciudad del Piamonte, situada a dos horas de Turín. Durante tres meses, el corazón de la ciudad latirá por un producto tan raro como apreciado: la trufa blanca, o “uber magnatum pico”.
La trufa es conocida desde hace siglos, razón por la cual existen numerosas leyendas sobre ella. Los pueblos antiguos pensaban que era la “hija del rayo”. Los medievales creían que las brujas las comían en las noches de luna llena. Hoy sabemos que los rayos y los hechizos no tienen nada que ver con su aparición. Sin embargo, no basta con ser una trufa para ser celebrada. Algunos criterios determinantes garantizan su calidad.
¿Dónde se esconde la trufa?
A la trufa le gustan los ambientes frescos y húmedos, a una profundidad de diez o quince centímetros. De ahí la importancia del cavage, una delicada operación realizada con el cavadou, una herramienta que permite desenterrar las trufas sin dañarlas. El hongo prefiere las raíces de cinco especies de árboles: robles (pedunculados, verdes, sésiles), álamos (negros, blancos), sauces, tilos y avellanos, que prosperan en la región. A la vista, la trufa debe ser de color blanco o beige oscuro, a veces con vetas rosadas. Compacta al tacto, tiene olor a ajo silvestre, con una impronta mineral.
Sólo tres tipos de perros son capaces de encontrar trufas: mestizos, romagnolos y braques italianos, por orden de preferencia de los truficultores. La recolección se hace de noche; no sólo la caza es más discreta y los ruidos se amortiguan, sino que los perros, cuya vista es pobre, se ven obligados a intensificar su olfato. También hace mucho tiempo que las trufas son buscadas por los cerdos, que tienen dificultades para resistir su codicia…
98.000 euros por 750 gramos
Una vez descubierto el tesoro y limpiado delicadamente de su tierra con un cepillo, se pesa, se palpa, es evaluado por los expertos y se guarda bajo llave hasta la subasta del día siguiente. Estas gestiones se realizan con una discreta escolta policial. Esto es para evitar cualquier sorpresa desagradable. Porque las trufas, como cualquier fuente de dinero fácil, tienen la capacidad de desatar las pasiones más encendidas. Pues no es la primera vez que un truficultor ha visto cómo su gran trofeo, una hermosa trufa hembra de miles de euros es envenenada por un vecino celoso…
Y finalmente llega el gran día de la subasta. El sol se eleva sobre las vides rojas y tiñe de rosa las fachadas del castillo medieval de Castello di Grinzane, situado a diez minutos de Alba. Caballeros con cota de malla, blandiendo espadas y alabardas, prohíben el acceso a los curiosos. Dentro, la tensión es palpable. Los rumores más imprevisibles circulan por los pasillos… se dice que una trufa pesa más de dos kilos… Para acoger cuanta más pujas mejor, el evento incluso se retransmite en vivo a otras partes del mundo
En muchas ocasiones, las estrellas de la televisión italiana son las encargadas de animar la venta. Muchas personas, en varios puntos del globo, lanzan sus pujas. Sin duda, el dinero está ahí, no en Alba. A las 15 horas, el último golpe de mazo. Se ha llegado a vender una trufa de 750 gramos por 98.000 euros… ¡y no será el precio más alto que se haya pagado por esta delicia de Alba!
Los beneficios se donan a organizaciones benéficas. Por ejemplo, en 2001, ayudaron a las familias de los bomberos neoyorquinos de origen italiano que murieron en el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York.
Así que, si te animas a asistir a esta interesante feria y a la temporada de la trufa en general, no dudes en reservar tus vuelos baratos a Turín para volar de septiembre a diciembre.