Te descubrimos las ciudades más importantes en la ajetreada y viajera vida de Cristóbal Colón.
En un 12 de octubre llegaba Cristóbal Colón a las costas de lo que en lo más adelante bautizaría como las islas Bahamas. Esto es lo más conocido de su periplo. Sin embargo, la vida de Cristóbal Colón atesora una multitud de aventuras y viajes previos que vale la pena conocer. Si te apasiona su figura, o simplemente te interesa hacer una ruta a lo largo de algunas de las ciudades más bonitas de España y Portugal (más una en República Dominicana) este artículo te interesará. Quién sabe, incluso, si puede ser el comienzo de alguna idea para tu próximo viaje.
¿Génova?
Lo escribimos entre interrogaciones porque es una cuestión que todavía hoy levanta controversias. Aunque existe cierto consenso en que Colón era oriundo de Génova, no son pocos los que cuestionan ese origen. Teorías hay para todos los gustos: portugués, catalán, gallego y, por qué no, incluso mallorquín. Se trata de una cuestión difícil de determinar, puesto que los pocos vestigios de su vida que nos pueden ofrecer alguna información sobre esta cuestión se encuentran en sus escritos.
En ellos han encontrado los estudiosos giros idiomáticos que, en cada caso, probarían los diversos orígenes que se le atribuyen. Sin embargo, como decimos, existe cierto consenso en pensar que nació en la República de Génova, entidad política que abarcaba más territorio que la famosa ciudad italiana. Por cierto, los genoveses lo tienen bastante claro: en la ciudad se erige una estatua que conmemora las gestas y figura de su ¿paisano?
Porto Santo (Madeira)
En 1476, Colón llega a Portugal de la misma manera que descubrió América: por accidente. Tras sufrir un naufragio fruto de un combate naval entre mercaderes genoveses y corsarios, dio con sus huesos en la costa del Algarve. A partir de entonces y hasta 1485 vivió en Portugal, concretamente en Porto Santo, localidad del archipiélago de Madeira. Se cuenta que desde allí siguió navegando, frecuentemente por el Atlántico.
Muy probablemente en estos viajes ahondó en su idea de que cruzar este oceáno para arribar a Asia era algo posible. Según dicen algunas historias, en uno de sus viajes a Islandia tuvo la ocasión de oír la leyenda de que existían tierras lejanas más al Oeste.
Lisboa
No le fue del todo mal la vida a nuestro protagonista en Portugal: allí conoció a Felipa Moniz, hija del colonizador de Madeira, con la que se casaría en Lisboa y tendría un hijo. Sin embargo, como buen marinero, Colón tenía un amor en cada puerto. Al margen de su vida personal, durante su estancia en Portugal perfiló su proyecto de navegación a las Indias atravesando el Atlántico.
En los dos últimos años de su estancia en Portugal, Colón comenzó su búsqueda de patronazgo. Llegó a plantearle el proyecto al rey portugués, pero éste, sin darle una negativa, le dijo eso de ya te llamaremos. Por esa razón, Colón emprende su viaje a Castilla para probar suerte con la monarca de aquel entonces, una tal Isabel la Católica.
Palos de la Frontera (Huelva)
Colón entra en Castilla a través de Huelva. Aunque muchos han sostenido que vino a España, como quien dice, con una mano delante y otra detrás, todo parece indicar que Colón no era precisamente un desharrapado cuando llegó a Castilla. Había ganado algún dinero en Portugal y tenía buenos contactos entre cierta nobleza castellana. La leyenda suele afirmar que llegó al célebre monasterio de La Rábida pidiendo agua y pan. Sin embargo, lo más seguro es que Colón no necesitara de tal cosa, sino de alguna recomendación para acceder a la reina.
En aquel entonces, a falta de Linkedin, las personas construían su red de contactos a través de la Iglesia. Y no le fue mal del todo, puesto que a través de las recomendaciones de los frailes y de otras figuras eclesiásticas (también de la nobleza) Colón consiguió ser recibido por Isabel la Católica en 1486. Un ascenso social a lo más alto en un año a través de contactos: una gesta envidiable incluso por el pequeño Nicolás.
Córdoba
En aquel entonces, la sede de la Corte de Castilla no tenía un lugar fijo, al modo de nuestras modernas capitales, sino que era itinerante. Es por ello que Colón se dirigió a Córdoba, ciudad que acogía en aquellos años la más importante institución castellana. La Reina Isabel se interesó por el proyecto, pero encargó que un Real Consejo evaluara su viabilidad. Finalmente este consejo rechazó el proyecto: las exigencias de financiación de Colón eran demasiado altas mientras que ellos no daban por ese proyecto ni un maravedí.
Sin embargo, Isabel la Católica otorgó una subvención a Colón. Cantidad económica que nuestro aventurero fue complementando con algunos trabajos, como el de la venta de libros y mapas, para mantenerse. No desperdició el tiempo mientras se resolvía su petición a la Reina: en Córdoba conoció a una mujer con la que tuvo dos hijos, aunque jamás llegaría a casarse con ella.
Granada
Finalmente, tras arduas negociaciones, tuvieron lugar las conocidas como Capitulaciones de Santa Fe, las cuales toman este nombre por la localidad granadina en la que tuvo lugar el acuerdo. En ellas, finalmente la Corona financiaba el proyecto de Colón, aunque estipulando los derechos y obligaciones de nuestro aventurero con los territorios que conquistase.
Entre estas cuestiones se le otorgaba el grado de Almirante, su condición de gobernador civil en los territorios que pudiera conquistar así como sus responsabilidades fiscales con la Corona y el porcentaje de ganancias al que tendría derecho en caso de hacerse con nuevas tierras.
Santo Domingo (República Dominicana)
No fue fácil, ni mucho menos, el trayecto que llevó a Colón y su tripulación a descubrir América. De hecho, en lo que durante semanas fue un “viaje a ninguna parte” hubo numerosos intentos de motín que a punto estuvieron de malograr la expedición. Finalmente, el día 12 de octubre se divisó tierra: eran las islas que más tarde se conocerían como Las Bahamas.
En los días siguientes, Colón se dedicó a explorar el Caribe, especialmente la isla de La Española (actual República Dominicana y Haití) y Cuba. Sin embargo, fue la actual Santo Domingo la ciudad que iría cobrando más importancia en la incipiente conquista americana. No en vano, fue la primera ciudad fundada por europeos en América en la que se construyó la primera catedral del continente. Y, sobre todo, fue la ciudad que albergó los restos mortales de Colón durante siglos.
Barcelona
A su vuelta a España en 1493, Colón fue a presentar sus respetos, así como los botines de su primer viaje, a los Reyes Católicos. El encuentro se produjo en la actual provincia de Barcelona, no se sabe a ciencia cierta si en el Salón del Tinell de la Ciudad Condal o en el Monasterio de San Jerónimo de la Murtra en Badalona. Allí les presentó Colón algunas de las cosas que encontró en las nuevas tierras, muchas de ellas desconocidas, como papagayos y especias. Y, sobre todo, nativos: 6 de los indios que presentó Colón a los Reyes Católicos fueron bautizados, según las crónicas, participando Isabel y Fernando como padrinos en la ceremonia. En vistas del éxito, este no sería el único viaje que emprendería Colón hacia América.
Valladolid
Y así fue. Colón tuvo tiempo de hacer hasta 3 viajes más, en donde profundizó la exploración del Caribe e incluso incursionó en Venezuela, Costa Rica, Panamá y Honduras. Años en los que se explicitó un deseo de conquista de las nuevas tierras. 8 años después de haber llegado a América, en 1506, Colón moría en Valladolid. Todavía hoy, si pasamos por la ciudad del Pisuerga, podemos visitar su Casa Museo.
Sevilla
Aunque más arriba os comentábamos que los restos de Colón descansaron durante siglos en Santo Domingo, diversos avatares históricos propiciaron que hoy en día la ciudad en la que está enterrado sea Sevilla. Con la invasión francesa de La Española, sus restos se trasladaron a La Habana, en donde estuvieron hasta la independencia de la isla en 1898. Desde entonces, Colón reposa en la Catedral de Sevilla. El valor artístico de su monumento funerario es otro motivo más para descubrir las bellezas de esta construcción.