Wieliczka, a pocos kilómetros de Cracovia, guarda en sus entrañas un tesoro al que la palabra llamativo se le queda más que corto. Hablamos de una de las minas de sal más antiguas del mundo y una de las más peculiares, en su interior esconde una especie de iglesia, diferentes salas y hasta un lago bajo la tierra, un auténtico espectáculo que parece salido de una película… pero es pura realidad.
Una mirada a la oscuridad de nuestro mundo, a un subsuelo que hizo rica una región durante siglos, y todo un espectáculo que refleja la vida que acogió en sus entrañas. Sus 300 km de túneles, con una profundidad que alcanza los 327 metros, esconden mucho más que un simple medio para obtener riqueza, de hecho ya son riqueza en si misma.
La oscuridad que alberga las leyendas
Y una de esas leyendas cuenta la historia de una princesa húngara llamada Kinga, de la dinastía Árpad, era hija del rey Béla IV, y de quien destacaban su amabilidad e inteligencia, algo que según cuentan le otorgó el cariño del pueblo polaco.
Ella, como era costumbre en la época, aceptó el acuerdo ofrecido por el rey Boleslao El Tímido para casarse. Como dote, solicitó a su padre una curiosa y nada común, una mina de sal. Pero está se encontraba en los dominios magiares, con lo que decidió lanzar su anillo a la cuenca más profunda de esta mina como gesto en el que mostraba su amor y melancolía por las tierras que iba a abandonar.
Tras llegar a tierras polacas, pronto sintió una gran conexión con su nuevo pueblo y, tras un tiempo en las nuevas cortes, Kinga pidió a su esposo una mina de sal. Este envió a sus hombres a localizar una, la cual encontraron en Wieliczka y que sería una de las principales fuentes de riqueza durante siglos.
La gran intuición de la princesa magiar hizo que eligiera el lugar adecuado para comenzar a cavar, y cuando estuvo en la primera galería abierta, se adentró en ella, de repente, un resplandor llamó su atención. Era el mismo anillo arrojado a la mina de sal húngara, lo que interpretó como señal de buen augurio. Y a buen seguro que acertó, la sal tuvo durante siglos un valor incluso superior al del oro, lo que repercutió de una forma más que positiva en el pueblo polaco.
Esta leyenda se ve reflejada en una sala que cuenta con unas estatuas que representan esta historia, que entre la magia y la historia nos habla del amor de un pueblo a las bondades de una princesa extranjera de gran corazón e inteligencia.
Los datos constatables
Dejando el mundo de las leyendas a un lado, pues la anterior no es la única que recorre los túneles de la mina, nos centramos en los datos más fríos. He aquí algunos de los más importantes:
- En 1978 es declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
- Son 378 los escalones que nos llevan hasta el pozo de Danilowicz, inicio de la ruta turística a día de hoy.
- Tiene una profundidad de 327 metros y sus galerías se extienden a lo largo de 300 km.
Entre las salas principales podríamos destacar:
- Capilla de la Beata Kinga: como no, la querida princesa cuenta con un habitáculo dedicado a su memoria. El balcón a su entrada ya llama la atención, cuenta con infinidad de imágenes religiosas esculpidas en sal.
- Pieskowa Skala: esta cámara es de las más bellas, se conserva en su estado original.
- Cámara de Casimiro el Grande: dedicada el rey polaco que reguló el comercio de sal.
- Galería Sielec: cámara vacía de sal, su función es sobre todo estructural.
- Gruta de los Duendes: donde podemos ver una recreación del trabajo realizado por los mineros, tiene su propia leyenda.
- Lago de Erazm Baracz: donde se observan las impurezas de la sal de esta zona, la cual realmente es de color gris.
- Lago Weimar: creada artificialmente, era un lugar de trabajo.
- Cámara de Isabel: excavada en sal verde.
Y son muchas más, cada cual más espectacular. Esto no deja de ser una aproximación, una recomendación para aquellos que quieran ver algo diferente a unos escasos 14 km de Cracovia.
¿No tenéis curiosidad por descubrirla?