El nazismo es, a más de 80 años de su desaparición, una ideología que suscita repulsión pero también cierta fascinación. Son miles los libros editados cada año en el mundo los que abordan cómo esta ideología apareció, se extendió y, finalmente, colapsó. Hitler de joven quiso ser arquitecto, y esta inclinación artística nunca le abandonó; es por ello que, durante su mandato, fueron muchos los edificios construidos a veces bajo su cercana supervisión. Después de la derrota del nazismo, muchos de estos monumentos fueron destruidos, pero aún se conservan algunos. Visitarlos hoy sigue siendo una experiencia grata para los aficionados a la historia y se encuentran en diferentes partes de Europa. Te mostramos cuáles son en este artículo. Y, si quieres seguir explorando Alemania a la luz de su, en ocasiones, difícil historia te dejamos nuestros artículos sobre qué ver y hacer en el Muro de Berlín y qué ver y hacer en el Berlín comunista. Pero si lo que buscas es un recorrido más general por la Historia, échale un ojo a nuestro artículo sobre los mejores destinos de turismo bélico.
Campo Zeppelín (Nuremberg)
Comenzamos la lista por la ciudad que fue la capital ideológica del nazismo. En esta ciudad, de rancio abolengo germánico, era donde tenían lugar las grandes concentraciones del Partido Nazi incluso antes de llegar al poder. Se aprovechó la gran extensión previa que se destinaba como campo de pruebas para zeppelines (de ahí el nombre). En 1934, alcanzado ya el poder, Albert Speer, el arquitecto oficial del nazismo y futuro Ministro de Armamento del Reich, recibió el encargo de diseñar la tribuna. Era allí donde Hitler presidía las masivas concentraciones de partidarios, que en ocasiones podían rebasar fácilmente los cientos de miles. Reconocerás este lugar porque fue filmado por Leni Riefenstahl en la famosa película propagandística El triunfo de la voluntad.
Detlev-Rohwedder-Haus (Berlín)
En la misma línea de la arquitectura colosalista y con ciertas reminiscencias a la Edad Antigua encontramos la Detlev-Rohwedder-Haus. Se trata de otro edificio excelentemente conservado y también una de las mejores muestras de arquitectura nazi. Increíblemente no resultó destruido en la Batalla de Berlín, por lo que ha sido reutilizado con posterioridad por las autoridades de la RDA y, hoy en día, de la República Federal Alemana. Su uso administrativo y ministerial no ha variado desde que fuera construido en 1936, aunque en aquel entonces fue pensado para albergar el Ministerio del Aire de Hermann Göring. Un proyecto que, en su momento, se contó como uno de los edificios de oficinas más grandes de Europa.
Estadio Olímpico (Berlín)
Los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 fueron la puesta de largo del nazismo, que conseguía así el mejor escaparate del mundo. La Alemania nazi puso mucho empeño en la organización de estos juegos, y la construcción de un estadio olímpico fue una piedra angular de este proyecto. Concebido para albergar hasta 700.000 personas, la fachada exterior todavía conserva ese regusto de arquitectura nazi, fácilmente identificable por sus volúmenes arquitectónicos contundentes y, por qué no decirlo, algo intimidantes. Hoy en día, su interior ha sido totalmente remodelado, aunque el exterior sigue prácticamente intacto. Es, junto con el Campo Zeppelín, la construcción nazi mejor conservada que tenemos hoy en día. Por cierto, como ya habrás imaginado, fue en este estadio donde pudo tener lugar la anécdota según la cual Hitler se negó a estrechar la mano al atleta negro Jesse Owens. Una historia que, cierta o no, cuenta con una inscripción en una de sus paredes con el objeto de rememorarlo.
Haus der Kunst (Múnich)
Hitler fue, de adolescente, un artista frustrado, aunque su amor por el arte jamás desapareció. Asimismo, su voluntad de controlar todos los aspectos de la vida cotidiana hizo que tanto él como sus gerifaltes (sobre todo su ministro de propaganda Goebbels) se fijaran mucho en el arte. La construcción de este edificio estuvo desde un primer momento centrado en la promoción del arte. Es decir, de lo que los nazis consideraban verdadero arte alemán y ario. Por tanto, fue el escaparate privilegiado de la propaganda cultural del régimen. O dicho de otro modo: si tu arte no se parecía al que estaba expuesto en este edificio, tenías un problema serio. Hoy en día, como ocurre con los pocos monumentos nazis que se conservan, la función del edificio no ha variado mucho. De hecho, se sigue utilizando para albergar exposiciones de arte.
Nido del Águila (Alpes Bávaros)
Esta apacible casa ubicada en los idílicos Alpes Bávaros fue un regalo de cumpleaños para Adolf Hitler. Es, sin duda, un lugar de recreo, por lo que su arquitectura busca acercarse más a las amables formas de la arquitectura bávara que a las contundentes formas de los edificios institucionales. Se ubica en la cima de la montaña Kehlstein y puedes llegar a él por un sendero de algo más de 6 kilómetros. Hoy en día la casa está gestionada por un fondo de caridad y alberga un restaurante, por lo que se trata de un edificio totalmente visitable. Si eres un apasionado de la Segunda Guerra Mundial lo reconocerás de inmediato: es el lugar donde fueron grabadas las famosas imágenes de Hitler en las que se le ve divirtiéndose con su pastor alemán, charlando otros gerifaltes nazis y pasando el rato con su futura esposa Eva Braun.
Guarida del Lobo (cerca de Ketrzyn, Polonia)
Ubicada en la antigua Prusia Oriental, hoy parte de Polonia, la Guarida del Lobo fue durante la Segunda Guerra Mundial uno de los cuarteles generales más importantes y blindados de todo el Reich. Desde allí dirigía Hitler la guerra, especialmente todo lo relacionado con el frente del Este. En su momento de mayor apogeo llegó a contar hasta con 50 búnkeres y varias decenas de edificios, aunque con el avance de los soviéticos fue dinamitado. Vale la pena señalar también, que fue aquí donde se produjo el atentado contra Hitler que se narra en la famosa película Valquiria. Como muchas de las construcciones eran resistentes estructuras de hormigón armado, han quedado algunos restos. Naturalmente, hoy en día pueden visitarse y es un must en el camino de todo amante de la Segunda Guerra Mundial que se precie.
Flakturm (Viena)
No todo en Viena son edificios neoclásicos. Si te desplazas a Arne-Carlsson-Park, en el distrito 9, podrás encontrar uno de los mejores ejemplos de arquitectura defensiva y bélica nazi. Se trata de la famosa Flakturm en Augarten. Una impresionante torre de hormigón construida para defender la ciudad. Exteriormente impresiona, pero casi es más interesante el explorarla en su interior, recorriendo sus fríos pasillos e imaginando las escenas extremas que pudo haber albergado. Si buscas un acercamiento a Viena fuera de caminos trillados, esta visita no puede faltar en tu agenda.
Sala de los Generales (Palacio de Wewelsburg)
En Renania del Norte, cerca de Wewelsburg, se encuentra este castillo que tantos ríos de tinta ha hecho correr. ¿Por qué? Básicamente a la relación que pudo haber tenido con la pseudorreligión de tintes esotéricos desarrollada por Heinrich Himmler, el máximo líder de las siniestras SS. Dado que el esoterismo nazi es un área que fascina tanto, a veces es difícil determinar con exactitud qué es verdad y qué no lo es, pero sí parece fuera de toda duda que Himmler quiso hacer de este castillo barroco del siglo XVII una sede ideológica de las SS. Aunque la estructura del castillo no es para nada nazi, sí se proyectaron una Sala de los Generales y una cripta cuyo uso pudo estar a caballo entre el ceremonial y el ritual. Es aquí cuando la especulación ocultista se desata y no es para menos dado que la simbología nazi en esas salas señoriales se prodiga de manera extraordinaria. Destaca la Sala de los Generales donde en el suelo puede verse el famoso Sol de Thule, o Sol Negro, un símbolo de connotaciones esotéricas que pone los pelos de punta. Hoy, ironías de la historia, integra un albergue juvenil.