Quieres hacer un viaje low cost. Has reservado billetes baratos para ir a esa ciudad que te hace tanta ilusión. Has conseguido, incluso, una buena opción de alojamiento. Sin embargo, llega el momento de comer y resulta que el destino en cuestión presenta precios inesperadamente altos. Tu presupuesto se dispara y la idea de viaje low cost se difumina. No te preocupes, en este artículo te mostramos cómo mantener tu presupuesto a ralla en la cuestión de la comida. Vamos a ello.
Busca opciones de comida callejera (aunque sé precavido)
Si quieres ahorrar en comida, la comida callejera puede ser muy socorrida. Y no nos referimos sólo al típico puesto de hot dogs. De hecho, existen muchos países donde puedes saborear algunos de sus platos típicos en puestos callejeros. Por ejemplo, si viajas a Budapest, ¿por qué no probar uno de sus típicos lángos que tanto se sirven en la calle? Es sólo un ejemplo; con ello queremos decir que la comida callejera presenta más soluciones de las que puede parecer en un principio. Si viajas en invierno puedes dejarte pasar por alguno de los mejores mercados de Navidad de Europa; lugares donde proliferan los puestos de comida. Además, en muchas ocasiones puede ser una manera de comer sin perder demasiado tiempo haciendo cola en restaurantes o esperando que venga el camarero a tomar nota. Eso sí, evalúa el puesto callejero puesto que hay lugares, sobre todo en Asia, donde la salubridad y las condiciones higiénicas brillan por su ausencia. Con todo, vale la pena probar este tipo de comida, hay delicias que valen mucho la pena. ¿Necesitas ideas? Aquí te dejamos nuestros artículos sobre en las mejores comidas callejeras de Europa y las mejores comidas callejeras del mundo.
Probar algún mercado típico
Los mercados típicos son también una estupenda manera de comer por menos precio al mismo tiempo que nos sumergimos en la vida local más auténtica. En muchos de esos mercados, además, es posible que nos cocinen los productos que hemos comprado. Incluso en ellos el propio mercado es un lugar de visita obligada (por ejemplo, el Mercado Central de Budapest). Otros mercados no son tan típicos pero también supone una inmersión en la vida cotidiana de la ciudad. Por ejemplo, el Mercado Turco del barrio de Kreuzberg, en Berlín. Este último ejemplo es muy adecuado para comer barato, aunque una advertencia: evita los lugares más turísticos dado que aprovechan para subir los precios y la presencia masiva de turistas puede restar autenticidad a tu experiencia.
Alójate en lugares con cocina
Una buena solución si quieres ahorrar en comida. Existen diversos alojamientos con cocina incluida y bien equipada. Suelen ser habituales en hostels, aunque si tu edad o expectativas de viaje no contemplan esta solución de alojamiento, un Airbnb siempre es una solución óptima. Eso sí, comprueba antes de reservar que la equipación se adapta a lo que buscas. De este modo, sólo tendrás que ir al supermercado a comprar los productos. ¡Con una compra bien administrada muchos viajeros comen durante toda la estancia!
Ve a comer a restaurantes alejados del centro
Todos lo sabemos: nunca hay que perder la oportunidad de “sablear” a un turista. Cualquier lugar frecuentada por turistas es un incentivo para subir los precios. Y en no pocas veces de manera escandalosa. Para evitarlo, siempre puede ser una buena opción el ir a restaurantes locales. Así, además de ahorrar un poco también conoceremos la vida local de manera más realista. Puedes investigar antes de salir de viaje dónde están esos lugares. Bien introduciendo filtros en Google para ver listados los restaurantes locales, investigando en grupos de Facebook o, directamente, preguntando al recepcionista de tu alojamiento que te indique alguno. Tampoco es mala opción contratar un tour gastronómico local e irlos descubriendo tú mismo y volver otro día al que más te haya gustado. Sólo un consejo: si viajas en un lugar exótico sé precavido. En ocasiones, lo que conocemos como comida exótica está, realmente, adaptada a nuestro paladar occidental. Comerla elaborada tradicionalmente puede traer alguna sorpresa, no sólo en el sabor sino en cómo nos sentará al estómago.
Alójate en hoteles con desayuno incluido
Hay hoteles cuyos desayunos incluidos son auténticamente opíparos e incluyen bastante más que el café, las tostadas y una pieza de fruta. De hecho, bien tirada, esta opción puede ser de lo más óptima. En muchos alojamientos la hora del buffet de desayuno termina pasadas las diez, por lo que puedes tomar fuerzas y comer a tus anchas sin esperar demasiado a la hora de comer. Además, cuando llegue esa hora, probablemente te sientas lleno y te baste con un pequeño refrigerio.
Come fuerte y cena más ligero
Puedes adaptar ligeramente tus costumbres durante el viaje, sobre todo en lo que se refiere a la cantidad de comida. Por ejemplo, las comidas suelen ser más baratas que las cenas, pues son frecuentes las modalidades de menú del día. Una alternativa también es la de optar por comer potente al mediodía y luego mantenerte a base de pequeños snacks hasta la cena. Entonces podrás saciarte con algo más ligero que podrás comprar incluso en un puesto callejero. O el siempre práctico kebab, que tantas veces nos ha sacado de un apuro.
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