Cómodamente encaramada a un promontorio rocoso frente a una suntuosa bahía, la ciudad de Brest, en Bretaña, no deja de atraer visitantes. Sus barrios dinámicos, su apertura al mar y su sentido de la fiesta son especialmente apreciados. ¿Estás planeando un viaje a Bretaña y quiere aprovechar para descubrir la capital de una de las regiones francesas con más personalidad? Aquí tienes las 10 cosas imprescindibles que hacer en Brest. Por cierto, en Liligo somos unos amantes de esta tierra, por lo que también te ofrecemos información sobre los pueblos más bonitos de Bretaña, qué, qué ver y hacer en la Bretaña francesa y qué ver y hacer en Rennes.
1. Visitar el Museo Marítimo Nacional
No es casualidad que Brest sea la capital europea de las ciencias del mar. Para hacerse una idea completa, dirígete al Castillo de Brest, parcialmente reconvertido en Museo de la Marina. En este monumento centenario, descubrirás maquetas, esculturas, pinturas y objetos relacionados con la historia de la marina en Bretaña. Una gran oportunidad para sumergirse en la vida de los presidiarios y conocer mejor los barcos de la Marina. Desde el exterior, también disfrutarás de una impresionante vista de los tejados de Brest.
2. Cruzar el Penfeld en teleférico
En Brest, no se cruza el río por un puente ni en barco, ¡sino en teleférico! Con una frecuencia media de 5 a 10 minutos, el teleférico de Brest es una visita obligada. Te permite ir de la orilla izquierda a la derecha, y viceversa, y acceder así a un panorama excepcional de la ciudad, sobrevolando algunas de sus calles emblemáticas. Más que un simple medio de transporte, este teleférico es una verdadera atracción, sobre todo porque permite admirar el puerto, el puerto militar y el centro de la ciudad desde varias decenas de metros de altura.
3. Pasear por la calle Saint-Malo
Si a veces el centro de Brest parece carecer de encanto, la calle Saint-Malo es una perfecta excepción. Situada en el centro de la ciudad, esta encantadora calle adoquinada cuenta con multitud de pequeños comercios, restaurantes auténticos y terrazas de cafés repletas de gente en los días soleados. Es el lugar perfecto para sumergirse en la vida cotidiana de los habitantes de Brest y disfrutar del modo de vida local. Como centro cultural de Brest, la rue Saint-Malo es el lugar de encuentro del arte callejero y de eventos culturales de todo tipo.
4. Pasear por el Cours Dajot
Las antiguas murallas de la ciudad se han transformado en un pintoresco paseo marítimo. El Cours Dajot, de unos 500 metros de largo, es uno de los lugares favoritos para pasear en Brest. Se puede disfrutar de un agradable sendero encaramado en lo alto y rodeado de vegetación. Y como se trata de las antiguas murallas, el paseo ofrece muchas vistas magníficas sobre el puerto e incluso la península de Plougastel. ¡Es un paseo lleno de historia lo que te espera aquí!
5. Sumérgete en los océanos en Océanopolis
Decididamente oceánica, Brest ofrece un Centro Nacional de Cultura Científica enteramente dedicado a los océanos de nuestro planeta. Una visita a Océanopolis es imprescindible durante un viaje a Brest y te permitirá descubrir algunos de los secretos mejor guardados de nuestros océanos. Hay tres pabellones abiertos al público, todos ellos diseñados para presentar la fauna y flora de tres entornos diferentes: el entorno tropical, el entorno polar y el entorno bretón. También se pueden ver tiburones y peces de colores en un gran acuario.
6. Trata con los locales en los Ateliers des Capucins
Fácilmente accesibles en teleférico, los Ateliers des Capucins ocupan un edificio histórico que antaño fue convento, luego cuartel y más tarde taller de fabricación y reparación de buques de guerra. Desde hace varios años, el Ayuntamiento está rehabilitando el edificio, que ahora alberga diversos locales culturales. Hay una microcervecería, pequeñas tiendas de artesanía local, un parque de realidad virtual… ¡Un lugar de vida y cultura muy apreciado por los habitantes!
7. Visitar el faro del Petit Minou
En Plouzané, cerca de Brest, este emblemático faro es especialmente popular entre los excursionistas. En lo alto de los acantilados que dominan la playa, el faro ofrece una vista impresionante de los barcos que entran y salen del puerto de Brest. Con su puente de piedra y su arquitectura típica bretona, el faro del Petit Minou es único. Cuidado, sólo se puede visitar en julio y agosto. Pero desde lo alto de sus 26 metros, la vista sobre el océano bien merece las distracciones.
8. Disfrutar del aire marino en la playa de Moulin Blanc
Situada cerca del parque Océanopolis, la playa del Moulin Blanc es un lugar popular para pasear en Brest. Pasea por su agradable arenal, aspira el aire marino y déjate llevar por el rumor de las olas. A lo largo de la playa, cafés y restaurantes te invitarán a relajarte y disfrutar de las vistas. En temporada, también podrás practicar varios deportes acuáticos: kayak, surf de remo, windsurf y, por supuesto, surf.
9. En bicicleta por el Parque de Penfeld
Verdadero pulmón verde de Brest, el Parque de Penfeld está situado en el centro de la ciudad. En el corazón de un exuberante entorno natural, varios senderos permiten descubrir la zona a pie o en bicicleta, y apreciar así el paisaje. El césped perfectamente cuidado del parque de Penfeld es un lugar privilegiado para hacer picnic cuando hace buen tiempo. También hay bancos, un gran parque infantil y varias zonas de interés botánico, como castaños bicentenarios y algunas secuoyas gigantes.
10. Visitar la iglesia de Saint-Martin
Para los amantes de la historia y la arquitectura, la iglesia de Saint-Martin, situada en el barrio del mismo nombre, es uno de los pocos monumentos de Brest que han sobrevivido a la guerra. Construida en 1881, presenta una arquitectura neogótica que seducirá a los amantes de las piedras antiguas. En el interior, la iglesia es más moderna, con sus recientes vidrieras y su altar rodeado por los dibujos de Dom de Laborde. Uno de los edificios emblemáticos de la ciudad.