Japón es un país fascinante, como ya has podido comprobar con nuestro artículo sobre qué ver y hacer en Japón. Mezcla apasionante de tradición y modernidad, las islas niponas son siempre un permanente descubrimiento. Hoy nos sumergimos en la belleza de sus templos, algunos de ellos muy conocidos en todo el mundo. Daremos un paseo también por las diferentes tradiciones religiosas japonesas que se han reflejado en sus lugares de culto. ¿Nos acompañas? Por cierto, dada la importancia del budismo en este país, puede ser una buena idea que, si quieres ampliar información, eches un ojo a nuestro artículo sobre los templos budistas más bonitos del mundo. Y, si quieres saber dónde encontrar una porción de Japón más cerca de casa, te aconsejamos nuestro artículo a los jardines japoneses fuera de Japón más bonitos del mundo.
Santuario de Meiji (Tokio)
Comenzamos por un templo que representa la tradición religiosa autóctona de Japón: el sintoísmo. Como sabes, el sintoísmo es el conjunto de creencias animistas japonesas que ha conseguido desarrollar a lo largo de la historia una rica mitología. El templo que queremos mostrarte se ubica en el Parque de Yoyogi, en plena capital japonesa. Además de su significación religiosa, el santuario es también muy interesante si quieres acercarte a la tradición imperial japonesa, dado que se construyó en 1920 para honrar a la familia imperial, artífice de la modernización del país. Aunque fue reconstruido por haber resultado gravemente dañado en la Segunda Guerra Mundial, todavía hoy cruzar su torii sigue siendo una experiencia de lo más grata. El templo es Japón en estado puro, sobre todo por su uso intensivo de la madera. Por cierto, en el recinto también se ubica un museo dedicado a la familia imperial, con un sinfín de objetos y enseres.
Santuario de Fushimiri Inari-taisha (Kioto)
Seguimos con el sintoísmo pero en otra ciudad, Kioto. Fushimiri Inari es probablemente el templo y santuario más icónico de Japón. A eso han contribuido, sin duda, los torii colocados de manera sucesiva que han creado pasillos de tono anaranjado. El motivo de su colocación es que este templo estaba dedicado a la deidad Inari, deidad propiciadora del éxito en los negocios. No cuesta figurarse, entonces, el por qué de tanto torii: son ofrendas para recibir los favores de la deidad a la hora de emprender. ¡Y hay miles! En torno a 3000, nada menos. Aunque los senderos de torii son la estampa más famosa, no podemos obviar el templo principal, el Honden, construido en el siglo VIII. Una imponente estructura de madera rodeada por senderos y algún que otro bosque de bambú que también rinde culto a las deidades deidades del monte Inari donde se ubica.
Santuario de Itsukushima (isla de Miyajima)
Cambiamos de isla, pero no de religión: seguimos en el sintoísmo. Y de nuevo vamos a parar a uno de los lugares emblemáticos de Japón. Este, sobre todo, por albergar el gran torii rojo de 15 metros de alto que encara el mar y es protagonista de tantas estampas del país nipón. Lo mejor es que, con marea alta, el torii parece erigirse solitario entre las aguas. Una estampa, sin duda, inolvidable.
El santuario fue fundado en el siglo VI, aunque lo que podemos ver hoy es fruto de las sucesivas construcciones que fueron produciéndose con el correr de los siglos. Sobre todo a raíz del incendio que devastó el complejo en el siglo XIII. Lo fascinante del complejo es la red interconectada de corredores y santuarios que, con la marea alta, consigue que el visitante se sienta, literalmente, flotando sobre las aguas. No en vano, está dedicado a tres deidades que representaban los mares y las tormentas.
Templo de Todai-ji (Nara)
Nos vamos a Nara, esta vez de regreso a la isla principal, Honshu, para admirar este templo que refleja el asentamiento decidido del budismo en el archipiélago. Fundado en el siglo VIII por el emperador Shomu, fue una respuesta a la época de epidemias y tribulaciones que estaba viviendo el país. Aunque ha sido reconstruido posteriormente, incluso se piensa que el templo que podemos ver hoy es más pequeño que el original, la construcción sigue siendo el edificio de madera más grande del mundo. Con unas medidas de 56 x 50 x 50 metros, es la estructura de albergar en su interior la famosa imagen del Daibutsu (o Gran Buda). Pero hay mucho más. Y es que cuesta no encontrar encanto a la multitud de ciervos sika que pululan por el recinto. Esto es debido a que estos animales tienen una significación sagrada: son nada menos que mensajeros de los dioses.
Kiyomizu-dera (Kioto)
Ahora que hemos entrado de lleno en la otra gran tradición religiosa japonesa, el budismo, es hora de volver a Kioto. Y es que en esta ciudad se encuentra uno de los templos japoneses más impresionantes: Kiyomizu-dera. Fundado en el siglo VIII ha sido reconstruido, como viene siendo costumbre, debido a varios incendios. Es el caso, por ejemplo, de la impresionante puerta Nio-mon, erigida en el siglo XV (y de nuevo reconstruida por otro incendio). Mide 10 metros y es un acceso espectacular al complejo. Sin duda, una de las construcciones estrella (y que da buena cuenta del carácter budista del complejo), es la pagoda Sanjunodo de 31 metros de alto. Un edificio de marcada verticalidad como corresponde a una pagoda. Lo mejor del lugar es su ubicación, que proporciona unas estupendas vistas, sobre todo porque está rodeado de bosques y vegetación. Los edificios son, en sí, grandes miradores desde los que disfrutar sobre todo un atardecer.
Sanjusangendo (Kioto)
Sin salir de Kioto nos desplazamos a un templo tal vez no tan vistoso y conocido, pero que vale mucho la pena. Se trata de Sanjusangendo, templo dedicado a Kannon, el bodhisattva de la compasión. Dentro de la tradición budista, un bodhisattva es aquel que ha alcanzado a la iluminación pero que regresa para enseñar el camino a los simples mortales. El interés de este templo es estético, pero también técnico. Y es que fue un templo construido para resistir ante los terremotos. De ahí su disposición horizontal de 120 metros (el edificio horizontal de madera más grande de Japón), sus basamentos y sus vigas estratégicamente ubicadas. Pero también los 33 pilares que aseguran su resistencia (y de paso simbolizan las 33 encarnaciones de Buda). El Salón de los 33 pilares es el que alberga las 1001 esculturas del templo. De ellas 1000 representan a Kannon; la restante, la principal es una representación de Buda.
Kinkaku-ji (Kioto)
Y cómo terminar la lista sin incluir un ejemplo de la corriente budista que más fama ha dado a Japón: el budismo zen. Aunque esta construcción fue en principio planteada como residencia de un shogun o jefe militar, fue posteriormente reformada y reacondicionada para ser un templo zen. Su disposición vertical recuerda a la pagoda, construcción china de inspiración india (lo cual se vincular con el origen del budismo). Pero la estructura modular que puede apreciarse en el piso inferior es, sin duda, 100% Japón. Lo más impactante sin duda es la tonalidad dorada de los pisos superiores, conseguida con pan de oro. Bellezas que, sin duda, justifican con creces ser Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En su interior se albergan esculturas de Buda y de Kannon. Lo mejor es el jardin adyacente, de una quietud y paz tales que no queda sino denominarlas como lo que son: ¡muy zen!