Se conoce como Ruta de las Ciudades Imperiales el itinerario que conecta 3 de las ciudades más elegantes e impresionantes de Europa: Viena, Budapest y Praga. Una tríada de urbes íntimamente relacionadas por cuestiones tanto históricas (las tres pertenecieron durante bastante tiempo al Imperio Austrohúngaro) como culturales (la fuerte presencia de la cultura alemana a lo largo de la historia). Son, además, ciudades bastante emparentadas en lo estético: amplios bulevares, arquitectura decimonónica, catedrales de gótico esplendoroso… Si estas planteando esta ruta, te mostramos todo lo que puedes ver allí.
Viena
La capital austriaca tiene a gala de ser una de las capitales europeas más decisivas en lo cultural. Y quien tuvo, retuvo. No hace falta más que darse una vuelta por sus calles para ver cómo la gran cultura sale a nuestro paso. Vamos a ver los highlights imprescindibles.
Ringstrasse
La “calle del anillo” debe su nombre a que, antiguamente, era el lugar por donde discurría la muralla. Esta fue derruida en el XIX y sustituida por una agradable avenida flanqueada por lo mejor de la arquitectura vienesa de fin de siglo. Destacan los edificios Sezession (una especie de Modernismo austriaco), especialmente la Majolica House y el Pabellón Sezession de Olbricht. También podrás contemplar otros impresionantes edificios como la Bolsa, el Parlamento y el Ayuntamiento. Un lugar este último, por cierto, que es especialmente grato de visitar en invierno, cuando a sus pies se extiende una pista de patinaje. Te hablábamos de esto más a fondo en nuestro artículo sobre qué ver y hacer en Viena en invierno.
La Plaza de San Esteban
A pesar de haber sido un lugar bastante impactado por la Segunda Guerra Mundial, todavía conserva su gloria pasada. En especial gracias a la Catedral de San Esteban, un templo construido en un flamante gótico con una torre de 137 metros. Destaca también su tejado, compuesto por 250.000 azulejos de varios colores. Además, en las calles que rodean esta plaza encontrarás un ambiente animado, bares, restaurantes, librerías y más de una cervecería.
Los 3 palacios imperiales
Existen tres palacios en Viena que son de visita obligada: Hofburg, Schönbrunn y Belvedere. El primero fue la antigua residencia de los monarcas austriacos y se ubica en el centro de la ciudad. Schönbrunn está algo más retirado del centro y destaca por sus extensísimos jardines y fuentes. Un entorno que, en definitiva, te retrotraerá a los fastos del Imperio Austrohúngaro. Por su parte, el Belvedere es también un apacible palacio con jardines, aunque presenta el plus de ser el museo de la pintura Sezession vienesa. Nada más y nada menos que las obras de Klimt, Kokoschka y Schiele se exponen en su interior. Cuadros famosos como El beso están dentro, así que si te gusta la pintura, ¡no te lo puedes perder!
Edificio Hundertwasser
Si estás cansado de tanta perfección clasicista, nada mejor que descongestionarse con toda una oda a lo irreverente y creativo: el edificio Hundertwasser. Lleva el nombre de su artífice, un arquitecto austriaco de gran originalidad. La verás de inmediato echando una mirada a su fachada: detalles surrealistas, rechazo a la repetición de patrones arquitectónicos, colores, vegetación, lineas ondulantes… Un enfoque artístico que ha sido reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Y, en fin, esto es un básico de Viena, aunque si quieres profundizar aquí tienes nuestros artículos sobre qué ver y hacer en Viena y qué ver en la Viena alternativa.
Budapest
Seguimos el río Danubio, la vía fluvial que enhebra hermosas ciudades en Europa; una de las más bellas es, sin duda, Budapest. La capital húngara no tiene nada que envidiarle a Viena; de hecho, puede resultar más atractiva debido a sus precios más moderados y por su extraordinaria oferta termal.
El Parlamento
Junto con el Parlamento inglés, tal vez sea el húngaro el parlamento más bello de cuantos existen. Fue construido a finales del siglo XIX cuando los húngaros, recién conquistada su autonomía de Austria, se lanzaron a reivindicarse como nación. ¿Y hay alguna manera mejor que hacerlo que erigiendo un fastuoso parlamento? El edificio es imponente y su estilo es claramente neogótico. Mide más de 260 metros de largo y 180 de ancho y se alza majestuoso por encima del Danubio. Si quieres ver una vista frontal reflejándose en las aguas, no tienes más que desplazarte a Batthyány tér, la parada del metro de la línea 2.
El Bastión de los Pescadores
En la parte de Buda, la más elevada, se erige este complejo de miradores construido para celebrar la nación húngara. De hecho, se ubica en un lugar muy significado: la Catedral de Matías Corvino. Asimismo, se trata de 7 miradores, cada uno de los cuales representa a una de las 7 tribus magiares que, según se cree, fundaron la nación húngara. El centro del complejo está presidida por la imprescindible escultura de San Esteban, el rey santo considerado como el fundador de la nación húngara (pues no en vano, él implantó el cristianismo en el país). Desde el Bastión de los Pescadores podrás asomarte a la parte baja de Buda y al Danubio. Y, más a lo lejos, también veras el Parlamento y la ciudad de Pest.
El Puente de las Cadenas
Este es otro de los monumentos emblemáticos de Budapest. Conecta Pest con Buda, justo en la parte por la que puedes acceder en funicular hacia el Palacio. Es probablemente uno de los puentes más bonitos del mundo y lo distinguirás fácilmente porque, en cada extremo, a él te darán paso dos esculturas enormes que representan a dos leones. Inaugurado en 1849 sigue en pie a pesar de haber sido gravemente destruido por la Segunda Guerra Mundial. Si tu idea es visitar Budapest en verano, no puedes perderte el tomarte algo en algunos de los locales que abren sus puertas (y sus terrazas) justo en la ribera y a los pies del puente.
Las termas de Budapest
Desde que los romanos la bautizaron como Aquincum, estaba claro que Budapest alberga aguas salutíferas bajo su superficie. La oferta de termas es impresionante, y todo depende de lo que te apetezca. Si quieres un chapuzón rodeado de estupenda arquitectura, no te pierdas las de Géllert y Széchenyi, esta última más bulliciosa y turística. Si, en cambio, buscas algo más recogido, las termas de Rudas pueden ser una gran elección. Y, si lo que buscas es algo auténtico y rodeado de locales, las poco masificadas Dándar te sentarán como mano de santo. Para más información, en este artículo repasamos las termas de Budapest una a una.
Se nos quedan cosas en el tintero, pero abordamos todas ellas en profundidad en nuestros artículos sobre qué ver y hacer en Budapest y qué ver y hacer en Budapest en invierno.
Praga
Si pensabas que ya lo habías visto todo, aún queda Praga, para muchos la más hermosa de las tres ciudades. A caballo entre lo medieval y lo barroco, lo cierto es que la capital checa es toda una experiencia. Te mostramos una selección de lo mejor, para profundizar más te dejamos el artículo sobre qué ver y hacer en Praga.
Plaza de la Ciudad Vieja
La Ciudad Vieja es un entramado de casitas clasicistas y barrocas multicolor de gran belleza. Pero, sin duda, destaca su plaza, donde se erige imponente la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, así como la Iglesia de San Nicolás. Además, muy cerca está el Reloj Astronómico, una auténtica atracción turística que crea unos embotellamientos formidables. A pesar de todo, vale la pena pasar alguna que otra estrechez para poder ver el desfile mecánico de los 12 apóstoles que salen cuando el reloj da las en punto.
Puente de San Carlos
Este puente conecta la Ciudad Vieja con Malá Strana, el barrio antiguo ubicado al otro lado del río Moldava. Para llegar a él tendrás que pasar por la impresionante Torre de la Pólvora. El espectáculo que se abrirá ante tus ojos será espectacular. El puente de San Carlos está flanqueado por estatuas de personajes que han sido muy relevantes para la vida de los praguenses. Destaca por su fama, la escultura de San Juan Nepomuceno, un santo que fue lanzado al río desde el punto donde se erige la imagen. Verás que está muy descolorido y es que hay una leyenda: quien toque la escultura volverá a Praga. ¡Todo se entiende mejor entonces!
Catedral de San Vito y Malá Strana
En lo alto de Malá Strana, bien guarecidos, están la Catedral y el Castillo de Praga. Un complejo impresionante del que destaca la mastodóntica catedral gótica de San Vito. El entorno es de gran belleza y está repleto de edificios clasicistas. Si te interesa la cultura, en el interior del castillo podrás contemplar las joyas de la corona de Bohemia. Y, si lo que te interesa es la Historia, disfrutarás porque fue en ese complejo donde se produjo la famosa defenestración de Praga que daría lugar a la destructiva Guerra de los Treinta Años. Lo mejor de esta zona es que, cuando te canses, podrás descender a Malá Strana, un barrio de calles donde predomina la exuberante arquitectura barroca.
Barrio judío
Praga ha sido famosa desde antiguo por albergar una amplia comunidad judía. No en vano fue en Praga donde surgió la famosa leyenda del Golem y dónde paseó y escribió el atormentado escritor de origen judío Franz Kafka. Sin duda uno de los lugares que mejor cuenta da de la presencia hebrea en la ciudad checa es este cementerio judío. Se trata de una serie de tumbas (hasta 12.000) que, en bastantes ocasiones, han sido apiladas unas encimas de otras. Se piensa que descansan en él hasta 100.000 judíos. Sin duda es impactante, aunque si lo que te lleva ahí es visitar la tumba de Kafka puedes salir decepcionado. Y es que el célebre escritor no se encuentra enterrado allí sino en el Nuevo Cementerio Judío, algo más alejado del centro.
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